A las once de la noche del sábado los responsables de la cafetería
del aeropuerto empezaron a sospechar que la noche iba a ser larga y
complicada. Cientos de pasajeros empezaron a acumularse en la
terminal debido a los retrasos que provocó una avería en el Centro
de Control de Londres y la cafetería empezó a trabajar a destajo.
Según explica el director del establecimiento de la compañía
Osesa, Juan José Murcia, esa noche se repartieron 6.000 refrigerios
consistentes en bocadillo y refresco de los que sufragan las
compañías aéreas para paliar los efectos de la tardanza. En la
mañana del domingo se sirvieron entre 800 y 900 desayunos y el
número de comidas calientes (consistentes, por ejemplo en pollo con
patatas y postre) alcanzó las 2.500 unidades.
Para atender a la inmensa demanda del fin de semana (la
situación comenzó a normalizarse en la mañana de ayer) algunos
empleados accedieron a trabajar durante 15 y 16 horas seguidas y se
consiguió la colaboración de proveedores (especialmente los de
carnes, embutidos, pan y refrescos) y de la empresa de catering del
aeropuerto.
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