El Papa Juan Pablo II le conoció ya como obispo de Mallorca.

Han debido transcurrir dos años para que los diálogos entre el obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, y el escritor Joan Guasp se transformaran en libro. 165 páginas reunidas bajo el título «Teodor Úbeda. Atent a tots els batecs» cuyas líneas sirven para conformar la visión de un hombre íntegro, próximo, vinculado a las tierras en las que ha realizado su misión evangelizadora (Valencia, Eivissa y Mallorca) y en las que dejó su propia impronta. «Un hombre que manda» es el capítulo que el autor reserva a la etapa ibicenca.

La fecha de 1970 marca el inicio de este periodo cuando el Nuncio de la Santa Sede en España, Luigi Dadaglio, le comunica la noticia de su nombramiento como obispo auxiliar. Sin cumplir los 40 años, Teodor Úbeda se convierte en el referente de la iglesia del archipiélago, una labor que asume, en principio con temor y según van sucediéndose los acontecimientos, con gran entusiasmo. Un intenso verano conociendo las Pitiüses en la distancia a través de los libros será la preparación idónea para la invitación que le formule su antecesor, el mallorquín Francesc Planes i Montaner, con el objetivo de «conocerse personalmente y comenzar a familiarizarse con el pueblo.

La insospechada y repentina decisión de Francesc Planes de irse a vivir a Mallorca le otorgarán «plenas facultades». La isla va a significar «volver a ser rector de una parroquia, como en otras épocas de su vida». Tras la etapa valenciana vuelve a lo que considera como la «más profunda y primera vocación religiosa» como servidor de la Iglesia. Personas «sencillas, comprometidas y plenas de afecto» son la definición que del pueblo aporta y refleja en la novela aunque el contacto se extiende también a maestros de la talla de Villangómez del que recibía clases nocturnas para aprender la lengua de la nueva comunidad. Inmerso en pleno boom turístico, en un proceso continuo de recepción de emigrantes de la península y de un profundo cambio en la sociedad y las costumbres, Teodor Úbeda no permanecerá al margen de un presente al que aporta su propia visión.