Todo está a la venta en el mercadillo de Jesús. Los domingos, hasta las tres de la tarde, es sencillo encontrarse en este centro, situado en la entrada de la localidad, con la más recóndita pieza de segunda mano, ese libro que creíamos descatalogado o un colgante de plata procedente de Indonesia. La variedad de los productos que se exponen en Jesús convierten a este mercadillo en uno de los mejores surtidos de la isla, sin duda alguna.

El crecimiento que ha experimentado en su primer año de vida resulta, a todas luces, increíble: comenzaron con sólo dos casetas, pero en esos 12 meses se han multiplicado hasta llegar a las casi 40 actuales.

Uno de los atractivos que presenta este mercadillo que hace que todos los vendedores se acerquen a él es, sin duda, el bajo precio que deben abonar para participar en él: sólo 300 pesetas por día, como explica Pedro, el coordinador y responsable de que los domingos todo marche perfecto: «Este dinero se entrega, además, de un modo simbólico, puesto que con esa cantidad no vamos a hacer negocio», señala.

Pedro califica este lugar como «un sitio para la convivencia y el ocio, en el que se vende de todo pero en el que las ventas no lo son todo». Además, cabe añadir que el lugar se asemeja bastante a una reunión de la ONU, si se tiene en cuenta que los vendedores que se congregan en él proceden de todos los países imaginables. Aquí, como señala el organizador, no se pone ninguna condición para participar en el mercadillo, sólo tener ganas de pasar una mañana de domingo al aire libre y un poco de buen humor.

A pesar de todo, la mayoría de las personas que regentan los puestos no sólo viven de lo que ganan los domingos "algo bastante complicado si no se es un maravilloso negociante o se tiene la mejor mercadería" sino que están pluriempleados. Este es el caso, por ejemplo, de Carlos, quien combina su trabajo en Jesús al frente de uno de los puestos de piezas de segunda mano con su trabajo como masajista y fisioterapeuta en una clínica de Santa Eulària, según explica.