Unir Eivissa con Palma a través de una copia a escala (tres veces menor que el real) del avión Piper Cub J-3, estructura originaria de América que en la actualidad se sigue construyendo y vendiendo es el reto que se ha propuesto un amplio equipo de especialistas en ingeniería, mecánica, aviación y aeromodelismo encabezado por José Hernández, Pitu, y del que forman parte su hijo, Joahnes Graupner, Jeroni Salas, Jose Avella, Andreu Rigo, Pepe Fernández, Josep Anguera, Iam McIntosh, Carlos Olivé, Enrique Bruguera, Gabriel Bosch, Antonio Marín y Javier Paragunzundia, amplios conocedores del área en los que Hernández justifica el éxito de la misión.
No se trata de una propuesta faraónica sino todo lo contrario: un estudio minucioso y exhaustivo de cada uno de los detalles que hay que tomar en consideración, con la precisión como elemento indiscutible. Del combustible necesario (que requerirá la instalación de depósitos supletorios) al equilibrio perfecto del modelo, cualquier factor requiere atención inusitada.
En estos momentos únicamente falta acoplar unos flotadores que lo transformen en hidro, ya que la mayor parte de la ruta transcurre sobre el mar. La posibilidad de hacerla tierra a tierra se descartó ante las dificultades y posibles problemas que planteaba el interferir en el tránsito aéreo de los vuelos que salen de es Codolar. Serán 150 kilómetros de recorrido teledirigido por radiocontrol, una distancia mayor de la real ya que al vigilarse la ruta aérea desde un barco , vehículo que se desplaza a una velocidad muy inferior, el avión deberá trazar varias circunferencias para no alejarse demasiado, de forma que se pierda su rumbo y con ello el contacto con el aparato.
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