Provistos de sacos de dormir y lo esencial para el aseo personal
los delegados del Sindicato de Auxiliares de Enfermería (SAE) y de
UGT en Can Misses iniciaron ayer un encierro en una sala del centro
que, si nada lo impide, se prolongará durante unas 60 horas
continuas (desde las 9'30 horas de ayer hasta las 21'00 horas de
mañana). Parte del personal sanitario del centro ha anunciado que
apoyará la protesta durante el tiempo que se lo permitan sus turnos
de trabajo.
Los encerrados se oponen a lo que califican como progresiva
privatización de la sanidad a través de la creación de fundaciones
y reivindican una mejora salarial equitativa. Según explicaba ayer
Paco Muela, de UGT, «este año la subida salarial se ha cifrado en
un 2 por ciento, un 0'9 por ciento inferior a la previsión de
aumento del coste de la vida (el IPC, Índice de Precios al
Consumo)». Además, los implicados señalaron que, tras diez años con
el sueldo congelado, han acumulado una pérdida de poder adquisitivo
de un 28 por ciento. La paga extra (de una media de 20.000 pesetas)
que el Gobierno ha decidido repartir entre todos sus funcionarios
como aliciente laboral es, a juicio de los encerrados, «una simple
maniobra electoral de cara al 12 de marzo». El reparto desigual del
aumento de salarios a las diferentes categorías de enfermería
tampoco ha gustado al personal sanitario que solicita un incremento
equitativo para todos los sectores. La protesta no cuenta con el
permiso de la gerencia del centro hospitalario, aunque los
delegados sindicales no creen que esta circunstancia suponga la
suspensión del encierro.
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