L leva en su alma varias reivindicaciones: la de su pueblo, el maya, oprimido, denigrado y masacrado tras 36 años de guerra; la de una nación, pobre, que sobrelleva las secuelas del conflicto, y la de un género, el femenino, relegado en Guatemala a papeles sin responsabilidad.
Rosalina Tuyuc, presidenta de la Asociación de Viudas de su país, fue recibida ayer, en compañía de su hija, por la presidenta del Consell, Pilar Costa, y la consellera de cooperación con el Sur, Sofía Hernanz, quienes escucharon de viva voz la difícil situación de los indígenas en el estado, dentro de un encuentro encaminado a «sensibilizar a la población de los problemas en los que nos encontramos inmersos», según apuntó la que hasta el año pasado fuera Vicepresidenta del Congreso de los Diputados y una de las responsables directas de que se otorgara el Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú. Idéntico objetivo al que la ha llevado por diversos puntos de las Balears en una ruta amparada por la asociación Ensayants Solidaris del STEI.
Tuyuc representa la esperanza y constancia de una civilización fiel a sus tradiciones que, conseguida la firma de la paz -acuerdo que calificó como «precario» y «más teórico que práctico ya que las consecuencias reales aún han de producirse»- ansía la solución a diversas cuestiones, desde el desarrollo agrario al paro, pasando por la desmilitarización y democratización de las instituciones, recelosas aún de los cambios.
Y todo ello con un ánimo envidiable: «No engendramos sentimientos de venganza. Únicamente queremos que se haga justicia», palabras aún más significativas cuando nacen de alguien que ha perdido a su padre y a su marido «secuestrados y desaparecidos durante el régimen militar».
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