A las clases asisten entre seis y 20 parejas de novios. Foto: GERMÁN G. LAMA.

Un sacerdote no puede casar a nadie sin que esté preparado».
Bajo esta premisa eclesiástica, apuntada por el responsable de los cursillos prematrimoniales que se realizan en Eivissa, Juan Torres, cada año se preparan en la Parroquia de Santa Creu las parejas de la isla cuya unión se hará según la tradición y la ceremonia católica. Hace más de quince años que comenzó una iniciativa que ya cuenta con 250 convocatorias a sus espaldas. Son cinco días de formación intensa en los cuales los futuros contrayentes «abordan la verdadera realidad y profundidad del compromiso que van a adquirir». En este sentido, el sacerdote ha constatado «la profunda ignorancia del significado de esta unión en muchos de los que deciden. No es sólo una cuestión de amor porque existen personas que son psicológicamente incompatibles o incapaces de cumplir obligaciones básicas del sacramento», afirma este párroco.

De ahí que justifique la necesidad de esta experiencia previa en que «a los jóvenes nunca nadie de forma técnica, clara y oficial les han presentado la cara real de un enlace que sustenta el concepto de la familia cristiana».

Por ello, «alrededor del tema del amor, desde un enfoque cristiano y extraído siempre del contexto bíblico» se formulan cuestiones reales en torno a un debate abierto que busca, tanto el apartado humano como un acercamiento riguroso al campo legal -punto en el que se estudia la normativa vigente en España- de forma que cualquier interrogante quede totalmente resuelto.

Temas como el divorcio en sus efectos civiles y eclesiásticos o la educación de los hijos se estudian a través de vídeos, charlas, ponencias y debates abiertos entre los presentes.

«Muchos vienen a regañadientes pero luego están satisfechos de haber acudido», manifiesta el sacerdote. A estas reuniones, que congregan a un máximo de 20 prometidos y un mínimo de seis, acuden profesionales del mundo del derecho, psicólogos, abogados y determinados profesionales que contribuyen a perfilar la imagen de la vida cotidiana a partir del paso por la vicaría.