Nadie se sorprende ya si ve un buque de guerra estadounidense fondeado en Eivissa. Los viandantes del puerto están acostumbrados a que el paisaje del muelle ibicenco registre de vez en cuando la presencia de una de estas embarcaciones, que a pesar de su aspecto bélico, están en la isla en misión de relax. Por ello, el «Gunston Hall» parece otro de los muchos barcos de guerra que visitan nuestra costa en verano pero su particularidad reside en que su comandante es una mujer, Grace Mehl.

Los 625 marines y 36 oficiales que conforman su tripulación permanecerán en Eivissa hasta el próximo día 20. Sus dimensiones hacen que este barco atraiga las miradas de todos los que pasean por el puerto, ya que su eslora mide 203 metros, su manga 28 y su calado 6'4.

Este pez de acero dispone de cuatro motores Colt-Pielstick de 16 cilindros diesel que le impulsan a una velocidad de más de 20 nudos. Además, su potencial es de 41.600 caballos y goza de una autonomía de 8.000 millas navegando a 18 nudos. Desde su impresionante cubierta pueden despegar aviones AV-8A Harrier en apoyo de desembarco anfibio o helicópteros CH-53 Stallion.

Su dotación armamentística es de dos cañones de autodefensa centromisil con un ritmo de fuego nada desdeñable, 3.000 disparos por minuto con un alcance eficaz de un kilómetro y medio. Además, el «Gunston Hall» está equipado con radares de detección aérea, de superficie y de navegación, detectores contra medidas electrónicas y cuatro lanzadores de chaffs o deflectores de infrarrojos. Esta nave pertenece a la sexta flota del Mediterráneo.