Un ciudadano francés residente en Eivissa compareció ayer ante los juzgados acusado de desobediencia a la autoridad, por negarse a entregar a su perro al lacero municipal. En el transcurso del juicio, el acusado se convirtió en acusador, al denunciar amenazas y malos tratos por parte del policía municipal que acompañaba al lacero.

Antes de la vista, se presentaron cinco testigos que aseguraron haber padecido situaciones semejantes, y acusaron al lacero municipal de «brutalidad con los animales y con las personas». La delegada en Eivissa de la Asociación de Defensa de los Animales (ADDA), Nora Rotussney, pidió ayer que este empleado municipal sea trasladado a otro puesto. Los hechos ocurrieron el pasado agosto, cuando el lacero encontró al perro del acusado rondando por los alrededores de una finca en Talamanca, cercana al hotel Playa Real. Según la versión del lacero municipal, «el perro andaba suelto». Cuando apareció el propietario del animal, Paul Bernadac, el lacero asegura que «se puso muy nervioso y comenzó un forcejeo, ya él que se negaba a entregarlo».

El empleado municipal reconoció que sabía que el pastor belga tenía dueño, «pero un perro abandonado es todo aquel que va suelto por la vía pública», dijo.

Bastante distinta fue la versión que ofreció un pariente del acusado que se encontraba en el lugar de los hechos. «El policía me empujó contra una valla y me tiró al suelo», aseguró Julio Borrell. «Nunca me había pasado algo así con la policía, me pareció increíble», añadió.