Tanto los miembros de la Operación Añoranza como sus familiares asistieron a la recepción en el Consell Insular. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

T enía exactamente dos años y tres meses cuando María Bonet Tur salió de Eivissa en dirección a Argentina. Sus padres emigraron «porque aquí no había posibilidades de progreso». Desde entonces ha transcurrido medio siglo. Cincuenta años que María ha pasado literalmente soñando con la isla: «Para mí, Eivissa y su imagen eran un sueño. Constantemente pedía información, datos con los que formarme una idea, pero venir aquí y poder ver a mis familiares, cara a cara...», a María se le quiebra la voz: «Las emociones son tantas y tantas...». En ningún momento perdió el contacto con sus familiares ibicencos, «pese a la distancia, pese al tiempo...». Ayer, María conoció personalmente a los remitentes de las cartas que ha estado recibiendo durante toda su vida.

La historia de María -variando detalles, nombres, direcciones o países de destino- se repetía en cada uno de los 29 expresivos rostros que ayer bajaron a las dos menos cuarto de la tarde del avión procedente de Mallorca. Todos ellos forman parte de la Operación Añoranza promovida por el Govern balear. Proceden de Argentina, de Cuba o Venezuela y partieron de la isla de niños; conocen Eivissa de labios de sus padres, o tuvieron que emigrar por motivos de trabajo llevándose a sus familias o dejándolas en la isla porque no podían mantenerlas.

En la sede del Consell Insular, donde se les ofreció una recepción de bienvenida, la mayoría dio rienda suelta a sus emociones -ojos enrojecidos, abrazos, saludos apresurados...-. Quienes tienen familia en la isla tenían la oportunidad de pasar la noche y la jornada de hoy con ellos. Mañana figurarán como invitados de honor en las fiestas patronales de Sant Jordi y el sábado volverán a Mallorca, «pero tras haber cumplido nuestro sueño». Algunos, como Flora Prats, repetirá el viaje; otros puede que no vuelvan jamás.