L a Palmera, sencilla y doble, y el Molí son los dos últimos bailes, con coreografía y de nuevo cuño, que se interpretan en la actualidad. Ninguno de ellos, en opinión de Xicu Bufí, responsable de la Escuela de Folklore del Patronat de Música, supera los 25 años de existencia y sus autores tienen nombre propio, «aunque algunos no lo reconozcan». Han sido pensados para que el espectáculo del ball pagès -que no la ballada espontánea- ganen en colorido y vistosidad.
En el baile de la Palmera simple intervienen dos balladores y un ballador y se interpreta exactamente igual que sa Llarga, aunque con una peculiaridad que lo distingue: «Cada una de las mujeres -situadas en el mismo extremo del terreno de baile- irán a buscar la otra punta de la pista siguiendo la silueta del círculo, sólo que cada una por un lado. De modo que una de las mujeres baila siempre en el sentido contrario al de sa Llarga pura», explica Bufí.
La Palmera doble es, lógicamente, una evolución de la simple. Sólo que en vez de con dos balladores se interpreta con cuatro y dos hombres. Para interpretar esta ballada -creada por Xicu Bufí no hace más de 10 años- la pista de baile, que en este caso es más alargada de lo normal, se divide por la mitad. De modo que los protagonistas del baile interpretan en sus respectivas pistas una Palmera simple «para, finalmente, encontrarse los seis balladors en el centro, aunque sin mezclarse, formando un semicírculo».
El Molí, por su parte, es interpretado por cuatro balladores que se sitúan formando una cruz en los extremos de la pista de baile y un ballador que para en el centro. Por lo demás, las mujeres bailan una Llarga normal yendo a buscar el extremo opuesto en el que realizarán las figuras pertinentes. Así, todas las mujeres «se mueven siempre en el mismo sentido sin cruzarse nunca», mientras el hombre complementa con los adornos típicos del baile de las cuatro mujeres.
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