A la cuatro y media de ayer en una explanada de la localidad de
Sant Jordi y bajo un sol de justicia, una decena de payeses
demostraron cómo se labraba antaño la tierra en Eivissa. Buenos
caballos y mejores brazos es lo que se necesita para trazar los
rectos surcos en los que posteriormente se sembrarán las plantas
que convenga.
Un centenar de personas se arremolinaban alrededor de los
pequeños campos que cada uno de los labradores iba creando a lo
largo de esta original demostración. Toni Riera, uno de los
agricultores que ayer participó en la exhibición, destacó que «aquí
hay, al menos, cuatro tipos de arado distintos: de rodes, de pales,
de orellots y de madera».
Riera, quien lleva 40 años dedicándose a arar la tierra, comentó
que «ahora ya nadie labra la tierra así, todo el mundo lo hace con
tractor, yo también». Sólo a veces rescatan de los almacenes los
antiguos arados demostrando que todavía queda gente capaz de labrar
a la antigua usanza y hacerlo bien: «Aunque eso, más que aquí -en
la exhibición- se demuestra cuando hay que labrar una finca»,
concluyó.
El objetivo que animó a la comisión de Festes a organizar esta
muestra no era otro que, como comenta Paco Ramon, «recuperar y dar
a conocer un oficio que se pierde irremisiblemente». Más de un
chaval se animó a coger el arado por primera -y puede que única-
vez en su vida. Objetivo cumplido.
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