Llorenç Córdoba, sonriente, se sentó justo detrás de su sucesor en el cargo, Óscar Portas. | Alejandro Mellon

Que hasta ocho medios de comunicación cubrieran ‘in situ’ el pleno de la moción de censura contra Llorenç Córdoba daba muestra de lo importante que era el día de ayer para Formentera. Un salón de plenos que se quedó pequeño para acoger al numeroso público que se acercó hasta el Centro de Día de Formentera para ver el final de la ‘era Córdoba’. Al menos en el Consell de Formentera, porque en el Parlament no está nada claro que vaya a seguir apoyando a Marga Prohens después de que el PP formenterés haya apoyado la moción de censura.

Un Córdoba que llegó apenas cinco minutos antes de que empezara el pleno extraordinario y con todos los otros consellers ya sentados. Alguno, ante su tardanza, ya especulaba si acudiría o no a su moción de censura. Y lo hizo sonriente, como si la cosa no fuera con él. Y así lo hizo constar en acta con un discurso en el que se atrevió a decir que «cada decisión tomada, cada paso dado, ha sido con la mirada puesta en un único objetivo: Formentera».

¿De verdad cree que ya nadie se acuerda de que todos le hemos oído admitir que reclamó 4.000 euros mensuales de sobresueldo a Marga Prohens y que la intentó chantajear con dejar de apoyarla en el Parlament?

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Con su temeraria actuación, Córdoba perdió el apoyo de sus consellers. Unos compañeros que intentaron buscarle una salida honrosa: que se quedara como diputado en el Parlament y dejara la presidencia del Consell de Formentera. No quiso y se quedó solo al frente de una institución paralizada y sin rumbo. Cualquiera en su situación habría salido por patas, habría pedido perdón y habría metido la cabeza en un agujero para no salir jamás. Él, en cambio, se lio la manta a la cabeza y ha aguantado un año al frente del Consell. La moción de censura debió presentarse mucho antes, pero las rencillas personales entre Alcaraz y la oposición lo hicieron imposible. Más vale tarde que nunca, pero el daño ya está hecho.

Óscar Portas llega a la presidencia del Consell de Formentera por la puerta de atrás, pero con el convencimiento de haber actuado con rigurosidad y coherencia durante toda esta crisis en la que fue el portavoz de Sa Unió. A él le tocó dar la cara y ahora le toca liderar un equipo de gobierno en minoría y que tendrá que hacer concesiones a la oposición si quiere sacar algo de provecho en esta legislatura casi perdida.

Toca arremangarse y aportar soluciones a los problemas de los formenterenses. Sa Unió puede dar por perdidas las elecciones de 2027, por lo que sus consellers deben centrarse en gobernar para el pueblo y llevar a cabo las políticas a las que se comprometieron en campaña electoral. Para eso están donde están y cobrarán a final de cada mes.