El ilusionista Jorge Blass.

Jorge Blass, uno de los magos más reconocidos del panorama nacional, vuelve a Ibiza este domingo al auditorio de Cala de Bou para presentar al público ibicenco su nuevo show La magia de Jorge Blass en el marco del festival Magiclown, organizado por el Ayuntamiento de Sant Josep. Un renovado e íntimo espectáculo en el que el ilusionista ha recopilado sus mejor repertorio a lo largo de toda su trayectoria.

—Este domingo regresa a Ibiza después de un tiempo. ¿Tiene algo especial preparado para esta actuación?
—Llevo un show que es lo mejor de mi repertorio, como mis hits. Se llama La magia de Jorge Blass porque he reunido en una hora y media lo mejor de mi magia, la esencia de lo que hago. Es un show muy íntimo donde la gente va a poder ver números de prestidigitación, que usando las manos hago desaparecer y aparecer objetos, habrá números tecnológicos con los teléfonos de los espectadores, habrá números interactivos donde el público participa y números donde los espectadores más atrevidos podrán subir al escenario y ser parte del show. Es verdad que yo elijo siempre a la gente que quiere participar, si alguien es un poco tímido que no venga con miedo (risas).

—Siempre ha estado muy ligado a la isla.
—Desde hace muchos años voy a Ibiza y me gusta descubrir lugares distintos de la isla. Es una isla que tiene muchas caras, tiene la Ibiza que todos conocemos, la Ibiza cultural y la Ibiza gastronómica, que me encanta. Además he colaborado con un proyecto de Paco Roncero, en Sublimotion, y ahí he puesto un poco de magia y eso me ha hecho viajar mucho a la isla.

—Interactuar con el público es una parte de su seña de identidad.
—Sí, eso y crear momentos que son muy mágicos, con la iluminación y la música. Hay un momento que me encanta que es la tormenta de nieve donde, a través de una servilleta de papel se crea una gigantesca tormenta de nieve que envuelve al público, hay números muy poéticos también como la cuerda que hacemos una mágica imposible. Hay momentos de todo tipo, de mucha risa, poéticos, interactivos. La magia cada vez tiene que ser más interactiva, al espectador le gusta participar y sentirse partícipe de ello. Muchos se quedan ‘flipando’ y veo los ojos de la gente haciendo chiribitas cuando de pronto hay algo muy nuevo. Eso es muy especial. Lo más importante es la conexión con el público y se olvida durante un momento que las cosas son imposibles porque las está viendo. Hasta el más adulto o más racional o más escéptico se rinde y disfruta.

—Tras 20 años de carrera, ¿cómo sigue sorprendiendo al público?
—Es difícil pero no imposible. La magia tiene un poder de convicción muy fuerte y al final se va reinventando. Desde los primeros shows, donde había diez efectos de magia, hasta este donde hay 30… Se ha multiplicado la cantidad, también el ritmo del show. El espectador ha cambiado y la magia también a lo largo de estos años.

—Siempre se ha asociado mucho la magia a un ámbito infantil, ¿cree que es así?
—La magia no tiene edad, es una creencia falsa. La magia juega con la psicología y con la percepción. Lo peor para los magos es tener un niño en el escenario (ríe) porque es imprevisible, no sabes lo que va a hacer. Para mi, cuando suben niños es el momento más difícil, porque para un adulto es más sencillo hacerle vivir una experiencia mágica. La magia está pensada para engañar la mente lógica de un adulto. Siempre decimos que si logras sorprender a un niño, al adulto lo tienes ganado (ríe). A veces veo a padres que vienen con sus hijos y todos tienen la misma cara de inocencia. La magia saca eso, saca al niño o la niña que llevamos dentro, y recupera la inocencia que tenemos perdida y la saca a flote. Para mi, eso es lo más potente.

—¿Pone en práctica sus trucos con su entorno cercano?
—Tengo un hijo de 12 años y es mi conejillo de indias (ríe). Es muy crítico y a veces me dice ‘eso no vale para nada’. Es muy creativo y a veces me ayuda con ideas.

—¿Tiene algún truco que le defina como artista?
—Creo que sería la prestidigitación. Es un número que hago enseñando las manos vacías y van apareciendo naipes del aire. Es un truco que me ha costado 20 años de trabajo perfeccionarlo y dura 3 minutos. Es un número muy difícil técnicamente y que, para mi, es la esencia de la magia. Es mi juego credencial. Tras ese truco, ya sé que el público va a estar conectado.

—Tras una carrera tan exitosa, ¿qué nuevos retos o objetivos tiene en el futuro?
—Estamos preparando nuevos shows, estamos siempre inquietos. Ahora mismo estamos centrados en este show, que es más íntimo, y con otro que se llama Flipar que es más de gran formato. Estamos preparando también el Festival Internacional de Magia que hacemos en Madrid, que este año es la XV edición, y con un especial de televisión que hacemos ahora en navidades. Vamos a estar estos meses bastante activos.