Jornadas intensivas, de más de 20 horas semanales, con una dedicación plena a su pasión, la danza. Las chicas de Ibiza Dance Academy se vuelcan en cuerpo y alma para seguir aprendiendo y mejorando en una disciplina a la cual quieren dedicarse en un futuro de manera profesional. Sorprende que, pese a su corta edad, este grupo coincide al unísono en este mismo objetivo. Con ello, se trata de más de un centro de alto rendimiento que de una escuela de baile al uso. Y, como tantas otras veces, el duro esfuerzo tiene su recompensa.
En el pasado Campeonato Mundial de Artes Escénicas celebrado hace tan solo una semana en Roma se cubrieron de dorado. Como conjunto obtuvieron dos medallas de oro en categoría absoluta dentro del estilo contemporáneo. De manera individual, dos de ellas, Nayat López y Eva Gennari obtuvieron la medalla de oro, mientras que Noa Arias, Tess Martínez y Victoria Abigail lograron sendos bronces. Un premio en forma de medalla al trabajo y esfuerzo de toda una vida.
«La conexión que tienes con la música y lo que te transmite es lo que te conduce a la coreografía, según el tipo de canción escoges un estilo», explica Abigail, una de las mayores del grupo. La actuación grupal que les coronó con el oro consistió en una actuación de dos minutos, toda contemporánea. Por su parte, en su actuación individual, Nayat combinó ballet, contemporáneo y smooth.
Gracias a esta variada actuación, Nayat recibió en Roma el reconocimiento a mejor promesa en su categoría a nivel internacional. Cuando escuchó su nombre ni tan solo podía creerlo, pensaba que no le tocaba. Igual que para ella, para casi todas era su primera competición, y la primera vez que bailaban solas delante de un escenario, y obtuvieron unos resultados excelentes. A ellas parece todavía costarles entender el enorme mérito de esto.
Ella es una de las más pequeñas de la academia. Con tan solo nueve años, lleva siete bailando. «Cuando llegó con dos años y medio la pierna ni le llegaba a la barra» comenta entre risas Yaima Arias, la directora del centro y también su profesora de manera ocasional. El orgullo que muestra por el grupo que dirige es enorme. La mayoría de «mis chicas», como ella misma las califica, empiezan entre los cuatro y los cinco años.
Al ser preguntadas sobre qué supone el baile para ellas, responden que «es ese espacio donde nos sentimos más a gusto. Pasamos muchas horas aquí, y se convierte en como si fuera nuestra segunda casa». Precisamente, si le dedican tantas horas, es porque todas ellas quieren convertir la danza en su profesión. Pero, no por ello, no pierden en ningún momento, la pasión por lo que hacen.
La directora especifica que este es un grupo diferenciado: «a parte de la escuela tenemos una academia preprofesional, donde preparamos a los niños y niñas con más talento y que tienen más sensibilidad por la danza». Todo el grupo, lógicamente, forma parte de esta academia. Compara este entrenamiento con el deportista de alto rendimiento, diferente a esa gente que hace baile como entretenimiento.
A Arias se le nota la emoción a la hora de hablar de sus alumnas. «Si hubiera hecho un ‘casting’ en toda la isla no habría reunido a niñas tan guapas ni tan talentosas», asegura. Para ella el trabajo le resulta mucho más fácil por la voluntad que todas ponen, incluso con los sacrificios que muchas veces supone, renunciando a cumpleaños y viajes.
Su próximo objetivo ya lo tienen claro. En noviembre tienen un show de la compañía que se va a estrenar en Ibiza, para el cual ya están ensañando. Su ilusión por seguir practicando, mejorando y hacerlo lo mejor posible no cabe en duda. Con ellas, el buen futuro de la danza en Ibiza está en las mejores manos.
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