Joan Barbé.

La Big Band Ciutat d’Eivissa y Miss Aranzazu, en su homenaje a la gran diva estadounidense, y el Joan Barbé Group, una selección de los mejores ‘jazzmen’ ibicencos, llenan el Parc Reina Sofia y elevan el ritmo en la segunda jornada del festival

Hay una santa trinidad jazzística con nombres de mujer. Tres voces femeninas que cantando, levantaron un canon de estándares que popularizaron el género y, casi un siglo después, lo mantienen fresco en los oídos del gran público. Fueron muy diferentes. Billie (Holiday) tenía el sentimiento. Ella (Fitgerald) y Sarah (Vaughan), la técnica. A esta última diva, nacida un 27 de marzo de 1924, en Newark, New Jersey, frente a las altas torres de Manhattan, le dedicó la Big Band Ciutat d’Eivissa su cita con el Eivissa Jazz de este año. Miss Aranzazu fue la garganta invitada este año por el súper combo que dirige el trombonista y profesor Vicent Tur. El bolo comenzó con una puesta en escena, potente, de algunas piezas instrumentales y varios clásicos de la Vaughan.

«Siempre digo que me gustaría imaginar cómo tocarían los músicos de jazz clásico la música actual. Porque en su momento lo que hacían era coger temas muy populares de su época y convertirlos en standards. Ahora viene la parte más rara del concierto, cuando nosotros hacemos lo mismo pero con canciones que seguro que os sonarán muy diferentes a como las conocéis», explicó el director de la big band ibicenca –una veintena de intérpretes intergeneracional: los hay adolescentes y los hay que rozan los ochenta– antes de que Miss Aranzazu volviera al escenario para arrancar aplausos con una versión soulera de Barby Girl, aquel megahit que despachó Aqua en 1997.

Tras el fin de fiesta, funkeado, de la Big Band Ciutat d’Eivissa llegó el turno del Joan Barbé Group. El guitarrista –y multiinstrumentista– ibicenco enfrentaba uno de los conciertos más especiales de su vida. Siete veces había actuado en el Eivissa Jazz, ninguna liderando un combo. Sobre el escenario reunió una brillante selección de jazzmen insulares. Rafa Garcés, emblemático pianista de las noches del viejo Pereyra, a los teclados y el saxo tenor. Joan Carles Marí, talento que empieza a encarar una joven madurez, en la batería. El trompetista Santi Ramírez y un Vicent Tur que hacía doblete con su trombón, aportando color e intensidad en los vientos. Y en el bajo, un metrónomo habanero llamado Aarón Puente, uno de los mejores regalos que ha recibido la escena musical de la isla en los últimos años.

Los seis fueron desgranando, uno a uno, los temas de Quorum, el disco que Barbé lanzó en plena pandemia y que revive con una tonalidad diferente cada vez que se presenta en directo. Los cortes son largos y, en algunos pasajes, presentan una complejidad bastante por encima de la media. La sabrosura de los músicos, sin embargo, conectó con el público que llenó el Parc Reina Sofia. Se escucharon olés y hubo quien prefirió seguir el concierto de pie para poder bailar con unas canciones instrumentales que apuntaban al funk o al rock latino. El concierto acabó con una monumental versión del Stratus de Scott Henderson: «Me encanta tocarla», confesó Barbé. La fiesta del jazz continuará mañana, ya sobre el Baluard de Santa Llúcia, con dos bandas comandadas por mujeres: el trío de Èlia Bastida y el The Bop Collective de Irene Reig.