Conocí a Grace Jones en Formentera cuando era modelo. Y volvimos a vernos durante los 17 otoños seguidos que pasé en Nueva York.
En 1979 la entrevisté y retraté en la discoteca Sudio 54, para la revista Lecturas. Nos veíamos con Andy Warhol y su divertido grupo en el Studio 54. Y un año más tarde le hice de interprete en el programa de televisión Cosas de Mónica Randall.
Cuando, en 1985, Cinzano la contrató para filmar un anuncio publicitario en Barcelona, Grace me llamó y la llevé a cenar y bailar a la discoteca Up&Down.
Durante su actuación yo estuve pegado al escenario de Pacha y, de repente, se agachó y me dio la mano. Me emocioné.
Sobre el escenario se cambió varias veces de look, con grandes sombreros y tocados. Y a las tres y media de la madrugada me recibió en su camerino y le enseñé todas las fotos que tengo con ella en el pasado. Allí estaba Paul, el hijo que tuvo con Jean Paul Goude. Paul la ha hecho abuela y le acompaña en todos los conciertos con teclados.
Interpretó varias canciones adecuadas al estilo discoteca, por lo que no cantó La vie en rose, que me hubiese gustado escuchar.
Grace se alberga en el Hotel Pacha. Y me dijo que le gustaría alquilar una lancha para ir a bañarse a Formentera, el único día que le queda en Ibiza.
Grace nació en Spanish Town, en la Jamaica británica. Y en América la llaman ‘El huracán de Jamaica'.
Tuvo una infancia muy libre y un poco salvaje. Sus padres dejaron a Grace y a sus hermanos al cuidado de sus abuelos. Por parte de madre era sobrina de un obispo y su padre era político, por lo que Grace me dijo que debería estar haciendo una vida totalmente distinta.
De niña le fascinaban los disfraces y los espectáculos. Y a los nueve años quiso ser torero. Ella presentía que un día sería famosa.
La persona más importante de su vida, en su adolescencia, fue Christian, su fallecido hermano mayor. Y me dijo: «Algo debió pasarle a mi madre durante los embarazos. Porque mientras yo jugaba con fuego él se divertía con mis muñecas. Yo era el hermano mayor y él mi hermana pequeña».
Con 15 años se fueron a América a reencontrase con sus padres. Y llevaron a Grace a un colegio. En su libreta de notas pusieron: «Socialmente inadaptada» debido a su pésima conducta. Dejó los estudios y se fugó a Filadelfia, donde estudió arte dramático y cantó con unos grupos de soul.
Me contó que en Filadelfia un obispo se enamoró de ella y tuvo que marcharse. Con su hermano viajaron por Japón y Brasil, donde Christian se enamoró de un culturista y Grace tuvo que seguir sola el viaje.
Con 22 años se trasladó a vivir a París para ser modelo. Y, siendo modelo de Yves Saint Laurent, fue a una discoteca con un pantalón de boxeo y el pecho desnudo, cubierto de purpurina. Y fue su mejor campaña publicitaria.
Debido a su aspecto andrógino unos pensaban que era un hombre y otros que era transexual. Y se convirtió en un icono gay.
Obsesionada por cantar y hacer cine, abandonó su exitosa carrera de modelo en París y Milán y se instaló en Nueva York. Tom Moulton se ofreció a producir su música y así nacieron That's the trouble, I need a man y la fantástica La vie en rose.
Ha trabajado para televisiones y en varias películas de cine. Los vestuarios de sus shows son impresionantes. Recuerdo algunos en que parecía una serpiente o un demonio negro. Y un show en el Studio 54 en que aterrizó en un ovni con cabeza de serpiente cobra y Grace salía catando por la boca de la serpiente.
Me dijo: «Yo creo mis propios vestuarios para exteriorizar mi fuerza y mi energía. Y lograr una imagen agresiva y provocadora. Y, por eso, dicen que estoy como una cabra».
Su corte de pelo, tan masculino, está muy de moda hoy día entre los hombres. Admite que fue demasiado lejos con las drogas, el alcohol y el sexo, pero que ha salido bastante bien parada.
Para Grace lo más excitante es cantar en público. «No los veo porque las luces me lo impiden. Pero los siento muy atentos».
Se entrega tanto cuando canta que casi pierde el conocimiento. En una actuación, vestida de Cleopatra, tenía previsto fingir un desmayo al final del acto, para ser transportada por unos esclavos blancos, pero no hubo ficción y perdió el conocimiento.
En Japón cantó, vestida de novia, I need a man ante 20.000 personas y acabó en el suelo al borde del infarto.
De España solo conoce Barcelona, Ibiza y Formentera. En 1989, el famoso productor Pino Sagliocco la trajo a Ibiza para cantar en la discoteca KU. La recuerdo con un atuendo de cuero negro, parecido al que lució en Pacha.
En el libro El Baile de Pacha, que hice con Toni Riera, pusimos una buena foto de Grace Jones.
Le gusta escribir sus letras y ha escrito su autobiografía, titulada Nunca escribiré mis memorias, publicada por la editorial Ségnier.
Grace es un icono de la música disco y ha recibido muchísimos premios. Vive actualmente en Jamaica. Y es un honor que haya venido de nuevo a cantar a Ibiza. Al finalizar su actuación, micrófono en mano, dijo: «Ibiza es una isla mágica».
Durante la jornada de este domingo, fuimos a comer a Jondal con su hijo y sus dos cantantes.