Entre el barullo andaba sirviendo chocolate caliente y regalando sonrisas Ramón Taboada, el presidente de la junta del Hogar Ibiza, o como él lo llama, la escuela de los mayores. Él recuerda las épocas en las que en las casas convivían diferentes generaciones, cuando los niños podían compartir sus vivencias diarias, además de con sus padres, con sus abuelos o incluso comúnmente con sus bisabuelos donde se vivía una experiencia intergeneracional que Ramón lamenta que a día de hoy no exista. Para él la cosa ha cambiado mucho: «Las casas son pequeñas, los abuelos molestan y los llevamos a las residencias... por eso nosotros pensamos que recuperar este encuentro intergeneracional es muy importante».
Asimismo insiste en que no solamente debe haber un día para eso «sino que tendría que ser lo normal todos los días. Porque la educación en la sociedad no solo depende de la escuela sino también está en la convivencia, en el trato del día a día y de transmitir estos sentimientos y conocimiento».
Manuela Lozano tiene 85 años y para ella estos eventos «dan vida a España y al mundo entero».
También reivindica esa unión familiar que, aunque no sea su caso, considera que ya marca el pasado: «Antes las familias estábamos más unidas, aunque por los míos no puedo hablar, porque tengo cinco hijos y 16 nietos y ocho bisnietos, que me quieren con locura. Lo que pasa que están muy repartidos, en Madrid, Holanda, Palma..».
«Es importante que vengan porque aprenden mucho; yo no porque no he estudiado, pero la sabiduría que tenemos los mayores para explicarles las cosas no tiene que faltar. Yo a los 10 años ya estaba trabajando, después de la comunión. Yo no soy analfabeta pero no tengo estudio ninguno, por eso mi mensaje es que estudien, que estudien y que estudien. Mi nieto Sebastián, el más ‘chico', cumple 16 años el mes que viene y es un fenómeno que saca siempre sobresalientes», precisa.
Los niños coinciden en la idea que lo mejor de la excursión es comer las ensaimadas con chocolate. Y algunas destacan, como Rima, que su parte favorita de estar con los mayores es «hacerles muchos ‘cariñitos'». También a Ikram, que a parte de «darles abrazos» le entretiene mucho «verlos coser», así como disfrutar de los libros que sus abuelos le enseñan.
Los pequeños y pequeñas juegan con el rastro de chocolate en sus bocas, algunos intentan comunicarse de una punta a otra del comedor entre el bullicio y otros se mantienen sentados dialogando acerca de lo rico que está el desayuno. Mientras tanto, los mayores los observan y como bien acierta unos de los jubilados, Toni, «siempre verás que un viejo cuando mira a un niño en la cara se le pone una sonrisa porque ellos son el porvenir, nosotros somos casi el pasado», concluye.
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Qué gran actividad con lo mayores y menores