La isla de Ibiza está viviendo un incesante goteo de restaurantes, bares o cafeterías que cierran sus puertas para siempre después de décadas atendiendo a generaciones enteras de residentes y turistas. El último ejemplo de ello es la Pizzería Da Nino, uno de los emblemas de la calle Pere Escanellas de Vila que ayer sirvió sus últimos menús después de haber abierto sus puertas un lejano mes de mayo de 1979.
Atrás quedará la historia que comenzó cuando el matrimonio formado por Próspero Bognani y María Antonia Casado, un italiano nacido en el sur del país y una zamorana de una zona humilde, decidieron abrir el restaurante buscando ofrecer algo que hasta el momento no abundaba en la isla. «Vinimos aquí de vacaciones y porque se casaba mi cuñado y mi cuñada, cuando todo era precioso y te encontrabas todo tipo de gente, y rápidamente nos dimos cuenta que podía ser una buena oportunidad de negocio ofrecer pizzas como las que hacía mi madre porque las que había no eran nada del otro mundo».
Dicho y hecho. Poco a poco el negocio se consolidó a pesar de que había otros comercios que podían hacerles la competencia como la Pinocho o Los Inmortales y según aseguró ayer el propio Bognani a Periódico de Ibiza y Formentera con el paso de los años se convirtió en un referente de la zona. «Ellos también lo hacían muy bien pero tenían el inconveniente para buena parte del público de no abrir en los meses de invierno y eso es algo que nosotros conseguimos aprovechar apostando por unos platos hechos de manera artesanal y con mucho amor y mucho cariño».
«No sigo porque me he perdido muchas cosas»
Cuatro décadas después el matrimonio y su hijo Roberto ha perdido ya la cuenta de las pizzas que han podido amasar, cocinar y servir ya que durante décadas desde el mes de abril no cerraban ningún día hasta que hace unos pocos años decidieron tomarse los jueves como descanso. «Mis padres se jubilan y yo no he querido seguir con el negocio porque es muy sacrificado, con muchos sudores y nervios, y porque a lo largo de todo este tiempo me he perdido muchas cosas importantes como el nacimiento de mi propia hija», aseguró ayer el primogénito de la familia.
De hecho, Roberto ahora encara el futuro con cierta nostalgia pero también con cierta tranquilidad. «Es cierto que cierra uno de los lugares emblemáticos de la zona donde se me acumulan muchos recuerdos de la infancia y secretos que se quedarán para siempre en la Pizzería Da Nino pero ha llegado un momento que necesitaba tomarme un respiro porque la hostelería es un trabajo muy duro que solo comprueba el que realmente se dedica a él».
Clientes que son familia
A lo largo de todos estos años si algo ha caracterizado a esta pizzería es el haber conseguido tener un público familiar que venía buscando sus pizzas, sus platos combinados o sus platos de pasta «cocinados como en casa». Tanto que Joan, Carlos, María o Marina, algunos de sus últimos clientes, no tenían ayer muy claro con cual quedarse porque «todo lo que salía de aquella cocina estaba especialmente bueno , sobre todo las pizzas y los calzones que tenían un toque que las hacía diferentes al resto».
Incluso, cosecharon clientes fieles de fuera de la península que ayer no quisieron perderse este último día. Es el caso de la familia Griffini, compuesta por Giuseppe, Mónica y el pequeño Iari que han viajado desde Italia para estar junto a Próspero y María Antonia. «Los conocimos hace ya muchos años, cuando compramos nuestra casa aquí cerca, y cuando nos enteramos de la noticia nos dio tanta pena que hemos cogido unos días de vacaciones para disfrutar de las últimas pizzas y los platos de pasta de nuestro lugar preferido en la isla».
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No esperaba menos de este panfleto: dar visibilidad a un delincuente. Que le pregunten a los clientes a los que abre la cabeza a botellazos...