No vamos a cuestionar que Pablo Valdés se sienta indignado cuando un ciudadano le llama corrupto. Es lógico y humano. Pero el estricto Valdés dijo de este periódico que tenía oscuros intereses y accionistas vinculados al PP y todavía esperamos una rectificación. O una disculpa. O las dos cosas a la vez. O que lo demuestre, aunque eso le será imposible.
Los ciudadanos ya tienen bastante paciencia
Imaginamos que no lo hace por mala fe sino más bien por una limitada capacidad para solucionar los problemas. Pero Miguel Vericad no puede pedir a los ciudadanos paciencia cuando hay una plaga de mosquito tigre y no se hace nada. Como tampoco puede acusar a los ciudadanos de no reciclar bien cuando se colapsa el centro de reciclado. No hay que lanzar tantos balones fuera.
Catalán sí, pero sin llegar al absurdo
El Govern ha vuelto a hacer el ridículo al aprobar una norma que eximía del conocimiento del catalán en determinados puestos de trabajo de la sanidad para, el mismo día, rectificar. ¿Que pasa si un médico de reconocido prestigio quiere trabajar en Balears y no lo puede hacer porque no conoce el catalán? El catalán es importante, muy importante, pero tampoco hay que llegar al absurdo.
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