Imagen de archivo de la manifestación feminista del 8M de 2024.

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El próximo 8 de marzo las mujeres de esta bendita isla se manifestarán bajo un lema sorprendente: El feminismo será antifascista o no será. La excusa es que el 8M ibicenco tendrá como objetivo protestar contra esa cosa indefinida que llaman «extrema derecha». Yo pensaba que el 8M reivindicaba otras cuestiones que nos afectan realmente a las mujeres. Pero se ve que no, que hay que luchar contra los fantasmas porque son ellos los que, al parecer, pretenden llevarnos de nuevo a casa y atarnos a la pata de la cama.

La cosa tendría sentido si quienes organizan el tinglado, asociaciones que el resto del año duermen como si fueran células yihadistas, no simpatizaran con partidos en los que lo de ir de putas a cargo del contribuyente está de lo más normalizado. O partidos en los que las cúpulas masculinas parecen más interesadas en aprovechar su poder para conseguir por la fuerza lo que no pueden lograr con sus atributos naturales. Por no hablar de los partidos que, vía ley, están empeñados en cancelarnos con ideas tan alucinantes como que lo de ser mujer es «un sentimiento». Mira, como los supremacistas catalanes con la independencia.

Lo que me pregunto es qué pintan en todo este show la Oficina de la Dona, el Consell, el Ayuntamiento de Ibiza o el Govern, todos ellos en manos del PP. ¿Alguien en estas instituciones se ha preocupado de saber qué están financiando? ¿De verdad está justificado pagar con nuestros impuestos estos espectáculos de pura demagogia y en los que lo que menos importa es la mujer como tal? ¿El PP ahora comparte los postulados de los anfifas?

Mi recuerdo más nítido de los antifas tiene como escenario la Barcelona de 2019 en llamas por la sentencia del procés. O la misma ciudad y con los mismos incendios por el encarcelamiento de Pablo Hasél. Desconocía que el PP tuviera estos despropósitos    como modelo. Habrá que tomar nota.