Seguramente a muchos les sonará la típica figura del matón de clase; ese personaje que con mayor estatura, más fuerza y generalmente con poca capacidad intelectual, atemorizaba a los alumnos que eran más débiles físicamente y en muchos casos de menor edad. Su única misión en el colegio era la de fastidiar y abusar de los compañeros que estaban más indefensos. Pues a poco que uno se ponga a pensar cuales son las principales noticias que copan las portadas de la mayoría de periódicos y que sirven para abrir los informativos de radio y televisión desde hace algunos años hasta el día de hoy, podrá comprobar cómo ese característico matón no solo pervive a diferentes niveles en nuestra sociedad, si no que se trata de una figura que parece estar en auge en todo el mundo.
El abuso de poder es una constante con la que vivimos día a día, si bien no le damos la importancia que merece por creer que en la mayoría de casos se produce lejos de nuestros territorios. Ya me contarán si no es un clarísimo abuso de poder lo que hizo en su momento el mandatario ruso, o mejor dicho el dictador ruso, Putin invadiendo Ucrania. No tuvo el menor miramiento en invadir un país vecino sabedor de la gran diferencia en cuanto a potencial bélico entre los dos países.
Sabedor de que dispone de muchos más soldados, más y mejor armamento y absoluta falta de escrúpulos y conciencia social, invadió Ucrania con la única intención de someterla y anexionarla con el uso de la fuerza. A pesar de los equilibrios que políticamente se han visto obligados a poner en práctica los países democráticos occidentales, lo cierto es que el apoyo en el suministro de materiales de guerra que estos han prestado al ejército ucraniano, ha convertido lo que en principio debía ser un paseo militar hasta la capital Kiev, en un durísimo enfrentamiento con miles de muertos por ambos bandos.
Otro matón de barrio es el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. Otro deplorable personaje que mantiene lo que a todas luces no es más que un genocidio del pueblo palestino. El injustificado y sangriento ataque terrorista de Hamás a la población civil israelí, que se saldó con más de mil muertos entre la población, no puede justificar bajo ningún concepto los violentísimos ataques indiscriminados sobre la franja de Gaza y de los que no ha dejado fuera ni escuelas, ni hospitales, ni asentamientos de refugiados. Nadie se ha librado de las bombas israelíes y el resultado hasta la fecha es de más de 47.000 muertos, una buena parte de ellos niños.
Por si el panorama no fuera suficientemente preocupante con estos dos sanguinarios personajes, aparece en escena el matón de occidente. Desde su toma de posesión como Presidente de los EE.UU., Trump no ha dejado de abusar en todas y cada una de las áreas en las que hasta la fecha ha intervenido, tanto en política interior como en política exterior. El patético espectáculo circense que suele montar con las firmas de sus decretos de gobierno, ha tenido su momento álgido esta misma semana con la payasada montada junto al multimillonario y, al igual que Trump defensor a ultranza de la extrema derecha en Europa y en su propio país, Elon Musk. Además no han tenido el menor reparo en hacer partícipe de la payasada al hijo de este último, un niño de muy corta edad.
Y como en este caso se trata de un matón con una capacidad infinita de sorprendernos, lo último noticiable sobre las ocurrencias del abusón de occidente han sido sus declaraciones sobre cómo debe acabar la guerra en Ucrania. Para ello lo único que se le ha ocurrido ha sido anunciar que Ucrania deberá aceptar la pérdida de los territorios propios invadidos a día de hoy por el ejército de Putin y renunciar a la incorporación del país a la OTAN.
Está claro que entre matones no se piensan pisar y que como siempre a los únicos que se les exigen renuncias es a los más débiles. No importan ya los miles de muertos provocados por los delirios de un dictador, tampoco importa para estos dictadores modernos que se quiera obligar al país agredido a renunciar al 20% de su territorio, con el desplazamiento obligado de miles de familias que lo perderán todo. Nada importa si lo que vence es la prepotencia, por mucha sangría que la misma haya podido provocar.
Esta actitud de prepotencia y de abuso de poder es lo que desgraciadamente está en auge también en Europa y por tanto cada vez más cerca de nuestras casas. El apoyo mediático y financiero de esos matones modernos a la extrema derecha europea, solo persigue desestabilizar las democracias en nuestro continente y para ello nada mejor que ensalzar y apoyar a la extrema derecha en todos los países. De aquí que aparezcan nuevos aspirantes a caciques y dictadores, como Orbán en Hungría, Salvini o Meloni en Italia, Le Pen en Francia o Abascal en España.
La consecuencia directa de todo ello, tan solo puede ser la pérdida masiva de derechos y libertades a manos de todos aquellos que sueñan con volver a las dictaduras.
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