Elon Musk. | Europa Press/Contacto/Chip Somodevilla

Con las declaradas pretensiones de Trump acerca de aumentar el dominio de Estados Unidos en Groenlandia o Panamá, la pregunta es: ¿Actuará Elon Musk    al estilo del magnate William Randolph Hearst? Poder no le falta y su ambición es ciertamente sideral.

En 1898 Hearst (retratado por Orson Welles en Citizen Kane: My dear Rosebud I presume) mandó a La Habana a sus sorprendidos fotógrafos diciendo: «Vosotros poned las fotos, que yo pondré la guerra». Pocas semanas después estalló el Maine, se forjó la campaña mediática más amarilla de la historia y comenzó la guerra hispano-estadounidense. España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas, provincias queridas de un imperio mestizo y bebedor donde no se ponía el sol y se cantaban serenatas en eso tan hispano que es el amor entre balcones.

Así se cumplió la doctrina Monroe de América para los americanos, pero con USA mandando. Dudo mucho que se viviera mejor con su dominio yanqui que cuando eran españolas, pero todavía uno se siente en casa cuando se viaja por ellas, especialmente en Cuba, pese al horror-error castrista cuya resiliencia socialista admira el ¿imberbe? Repelús Sánchez.

Groenlandia es de interés fundamental por sus tierras raras y porque las rutas árticas, allá donde no llegaban los vikingos, son hoy navegables y están llenas de buques rusos. USA tiene ya enorme poder en la gran isla con sus bases, pero algo huele a podrido en Dinamarca y desea control total; veremos como negocian los inuit. En Panamá ya orquestaron en su momento su independencia de Colombia cuando la construcción del canal. Y en 1989 Bush I lo invadió marcándose tremendo Noriega.

¿De Hearst a Musk? El poder de cualquier órbita siempre ha manipulado la opinión pública. Está en su naturaleza.