El Cardenal Gil Álvarez de Albornoz, uno de los personajes más relevantes de nuestra historia, nació en la ciudad manchega de Cuenca en 1303 y falleció en su residencia de Belriposo, en Viterbo, la noche del 23 de agosto de 1367. Estadista, legislador, jurista, estratega y político, fue Arzobispo de Toledo y tutor de Alfonso XI, exiliándose a Roma tras el ascenso al trono de Pedro I de Castilla, donde restauró los Estados Pontificios propiciando el regreso del Papa a Roma desde Avignon. Su testamento, otorgado en Ancona el 29 de septiembre de 1364, ordenaba la construcción de un colegio en un lugar decente cerca del Estudio General de la ciudad de Bolonia, con aposento conveniente, huerto, salas y cámaras, donde se construyera una capilla en honor a San Clemente al que denominó Casa de los españoles cuando ni tan siquiera España existía, instituyéndolo heredero universal de todo su patrimonio para albergar, desde su fundación y hasta nuestros días, a brillantes estudiantes españoles que cursaran con excelencia sus estudios de doctorado en la universidad más antigua del mundo. Destacan, entre otros muchos, Antonio de Nebrija, Juan Ginés de Sepúlveda, Antonio Agustín, San Pedro Arbués, Juan de la Cierva o el Conde de Romanones.

Así nació en la ciudad universitaria por antonomasia, por la exclusiva y decidida voluntad de este ilustrado visionario, el Real Colegio de San Clemente de los españoles, único superviviente de sus homónimos medievales que se financia a través de su propio patrimonio, fruto del legado del Cardenal, sin recibir subvención o aportación pública o privada alguna. Recibe cada año, a pesar de los constantes ataques sufridos ayer, hoy y siempre, a un nutrido número de nuevos y privilegiados colegiales, conocidos como bolonios, en la actualidad también mujeres, seleccionados exclusivamente por sus méritos académicos, entre los que pervive un vínculo inquebrantable sustentado en su fidelidad a Don Gil, al Colegio, a su historia y a sus valores. La institución es de tal magnitud que en sus dependencias se alojó Carlos V en 1530 con motivo de su coronación en la ciudad de Bolonia, en ellas se engendró por Nebrija la primera gramática castellana y en ellas se encuentra una biblioteca que atesora incunables y códices de preciado valor, como el Rabano Mauro, la Magna Glossa de Accursio o el Quijote de Ybarra.

Desde su fundación, e incesantemente durante sus 660 años de historia, la prole albornociana ha llevado a cabo una feroz defensa de la Domus Hispanica, contando siempre con la inestimable colaboración de las nobles y leales familias boloñesas. Resulta destacable el peso que la institución mantiene en la ciudad de los pórticos, llegando a detenerse en la puerta del Colegio la procesión de su patrona, la Madonna di San Luca, para que, en su capilla, tenga lugar el juramento de los nuevos colegiales. También ha resultado especialmente relevante la labor desempeñada tanto por los patronos de sangre, los sucesivos marqueses de Armunia y Ariza, título ostentado en la actualidad por Iván de Arteaga y del Alcázar, como por sus distintos rectores, que durante siglos han velado por preservar el legado del Cardenal. Su actual y legítimo Rector por justicia y dignidad, Juan José Gutiérrez Alonso, lleva a cabo con enorme sacrificio una excepcional labor de salvaguardia de la autonomía e independencia del Colegio, manteniéndolo fuera del alcance de quienes buscan la consecución de unos fines distintos a los fundacionales. Ha tenido la habilidad de absorber y aplicar de forma precisa las valiosas enseñanzas de su predecesor, el Rector José Guillermo García Valdecasas, que no solo atesoraba una vasta cultura sobre las más variadas disciplinas, sino que dedicó su vida a la defensa y conservación del Colegio, obteniendo la concesión del Premio Europa Nostra de la Unión Europea por las obras acometidas bajo su rectorado para la restauración y consolidación de la construcción.

Su antecesor en el cargo fue el ibicenco Evelio Verdera i Tuells, que ostentó la condición de Rector desde 1955 hasta 1977 y nos dejó hace ahora cinco años. Nacido en Ibiza el 22 de mayo de 1923, consiguió trascender más allá de su isla natal, sin olvidarse nunca de ella, para llevar a cabo una notable labor académica, cultural y humanista tanto en España como en Italia. Amable, sensible y cercano, poseía una templanza, serenidad y sobriedad que encajaba a la perfección con sus amplios conocimientos jurídicos, lo que conformaba una combinación idónea para el arbitraje, una de sus mayores pasiones, a la que dedicó gran parte de su labor jurídica y producción bibliográfica. Licenciado en Derecho, Ciencias Políticas y Económicas fue, entre otros innumerables méritos, Catedrático de Derecho Mercantil y auténtica autoridad en la materia, abogado del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, miembro numerario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, vocal permanente de la Comisión General de Codificación, Director General de Bellas Artes, miembro de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, miembro del Consejo de Dirección del Instituto para la Unificación del Derecho Privado, Doctor Honoris Causa por las Universidades de Bolonia, Padua y Roma, donde impartió cátedra, y director y miembro del consejo de redacción de diversas revistas jurídicas, además de Bolonio, evidentemente, defendiendo su tesis doctoral en 1951, con el título de Clearing, bajo la dirección del maestro Tullio Ascarelli.

Como Rector del Colegio de España fue notable su aportación intelectual fundando la colección Studia Albornotiana, reforzando las relaciones de la institución con la Universidad de Bolonia y colaborando en la proyección cultural de España en Italia como Director del Instituto di Diritto Comparato Italo-Iberoamericano, agregado cultural honorario de la Embajada de España, presidente de la Delegación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas o Director del Instituto de Historia y Arqueología en Roma. Fue nombrado, junto a Dámaso Alonso, Grande Officiale y Cavaliere di Gran Croce dell’Ordine al Merito de la Repubblica Italiana, siéndole concedida la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort y recibiendo la Cittadinanza Onoraria de la ciudad de Bolonia en 2002, ocasión ésta en que pude conocerle personalmente. En su querida isla natal se le reconoció con la medalla de oro del Ayuntamiento de Ibiza y con el premio Tanit por parte del Consell de Ibiza.

El Colegio ha sobrevivido a Napoleón, al surgimiento del Estado Italiano, a la guerra civil española, a dos guerras mundiales, a intentos de usurpación y maniobras e intrigas de todo tipo a lo largo de su larga historia gracias a quienes, como el Rector Verdera, supieron custodiar con decisión y valentía la herencia de Don Gil. En agradecimiento a su labor y en recuerdo de su figura, el pasado 23 de octubre, en el marco de los actos de San Clemente, se le rindió un merecido homenaje por parte de sus colegiales, pues el mejor reconocimiento que recibió este gran jurista ibicenco a lo largo de su vida fue que cerca de doscientos estudiantes españoles obtuvieran bajo su rectorado el título de doctores, autentica esencia y finalidad de la obra ideada por el Cardenal, habiendo contribuido Evelio Verdera a que en todos ellos, como concluye la oración de la casa, florezcan las artes de la paz.