Can Jordi. | Instagram - Can Jordi

Compruebo con estupor que amenazan de cierre al bar Can Jordi, uno de los garitos con más personalidad del ocio pitiuso. Sería como cargarse un gozoso oasis en la dura travesía del desierto electrónico. Pues Can Jordi es refugio rockero y tiene alma de blues a la ibicenca. Y es un placer brindar en sus mesas de madera mientras te mezclas con una fauna variada y de todo pelaje, ralea y condición, lobos solitarios y tigresas aladas, con sus conciertos vibrantes y Vicente y sus cambios de humor al pie del cañón.

¿Quo vadis querida Ibiza si asesinan tu maravillosa autenticidad? He visto ya demasiados sitios que han vendido su alma a las cadenas de gusto-susto internacional, terrazas legendarias donde te servían espléndidamente que han devenido en guettos de zombis con dinero o sin dinero pero absoluta falta de calidad humana, la machacona dictadura del bakalao electrónico y su ritmo sieg hail que aniquila la sagrada espontaneidad y transforma todo apetito sensual en aburrido onanismo cibernético…

Can Jordi es bar antiguo y tiene ramalazos paganos, ventea filosofías del underground y entona acentos rebeldes de beatnik, rugidos y maullidos bajo el sol fenicio y la luna de Tanit, con al.lotas que ofrendan a Bes, vagabundos del dharma, piratas y poetas malditos. El estado de ánimo es un ritmo y su música en vivo contagia energía gozosa a los que se resisten a ser robotizados, a los que bailan la vida sin cubierta profiláctica de asépticos espirituales porque temen la emoción. Hey babe, take a walk in the wilde side, y brinda conmigo para que este oasis de la música en vivo siga encantando.