La rueda de prensa del presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, es un capítulo más del esperpento al que nos tiene sometidos cotidianamente desde hace casi un año y al que ya nos hemos acostumbrado, por más que suponga una absoluta anomalía democrática y sea una razón por la que a cualquier persona se le caería la cara de vergüenza, excepto a él, que no sabe el significado de esa palabra. Ayer volvió a hacer de las suyas, tratando de engañar a la ciudadanía para justificar su supina e inaudita indignidad política, que le lleva a estar atornillado en el cargo únicamente para cobrar a final de mes, que es lo importante para él. Esparció porquería para dar y regalar, pero se guardó mucho de dar nombres, con el argumento de que tiene todo denunciado ante la Fiscalía Anticorrupción y lo investiga la UCO de la Guardia Civil. Entonces, ¿a qué viene la rueda de prensa? ¿Por qué esta enésima maniobra de trilerismo político y mediático? Yo se lo diré: todo le importa un comino, excepto seguir cobrando su nómina tanto tiempo como pueda. Sin partido, sin equipo de gobierno y bajo la lupa de la Justicia, Córdoba es la viva imagen de la desesperación y de la mezquindad. Sin presupuestos, sin gobierno, sin capacidad para hacer nada, excepto denigrar hasta la extenuación la institución que tan lamentablemente preside. Pero me arriesgaré a pronosticar que pronto un juez habrá de poner solución a este juego kafkiano y surrealista que Córdoba lleva protagonizando desde hace meses. Y donde él se esfuerza en hacer creer a los incautos, con toda la colaboración de sus medios afines, que otros son los investigados por mangoneo y corrupción, a no tardar comprobaremos que él es el principal investigado. Su mera permanencia en el puesto es sospechosa, porque no hay precedentes de nada parecido en toda la historia de la democracia española. Y me quedo corto.