Llorenç Córodoba durante un pleno del Consell de Formentera.

El mundo de la política en Formentera sigue trotando a lomos de uno de esos burros que nunca sabes cuando le dará por parar o por seguir su camino. En su momento califiqué lo que estaba ocurriendo en esa isla de circo político y lo cierto es que con el paso del tiempo ya se está convirtiendo en un pasaje del terror, en cuyo espectáculo grotesco participan todos sus actores sin excepción y al frente del cual figura el personaje más absurdo y esperpéntico de la política insular, su todavía Presidente Córdoba.

He querido empezar mencionando la situación política que se sigue viviendo en la isla, para introducir un problema que ha vuelto a aparecer estos días y que ya es un clásico de los finales de la temporada turística. Se trata de la caducidad del acuerdo temporal sobre las conexiones marítimas de primera y última hora del día entre las dos Islas Pitiusas. Nuevamente y con el final del verano desaparecen estos enlaces que son tan necesarios para la población residente en Formentera.

Ya resulta penoso ver cómo año tras año se anuncia a bombo y platillo un acuerdo con las navieras que realizan dicho trayecto, sin que hasta la fecha nadie, sea quien sea que haya estado al frente del Govern Balear o del Consell Insular, haya sido capaz de hacer lo necesario para que dichos enlaces sean definitivamente obligatorios durante todo el año.

Por si no tuvieran suficiente los residentes en Formentera con tener que soportar las nefastas consecuencias de la nula gestión que el Consell desempeña en cuanto a sus obligaciones y responsabilidades contraídas con ellos tras las últimas elecciones insulares, tienen que seguir viendo como la ineptitud de los políticos del Govern y de su propio Consell Insular, hace que catorce años después de la aprobación de la ley de ordenación del transporte marítimo de Baleares, sigua sin aprobarse el decreto correspondiente que permita regular de forma definitiva el tema crucial de los horarios y las frecuencias.

Ninguno de los partidos que han estado al frente del ejecutivo autonómico desde el año 2010 en el que se aprobo la citada ley, ya sea de derechas o de izquierdas, ha sido capaz de redactar y aprobar el decreto antes mencionado que permitiría que los residentes en Formentera tuvieran la garantía absoluta de tener a su disposición esos traslados de primera y última hora que les resultan tan necesarios para diversas cuestiones de su día a día y, por supuesto con unos horarios que cubran esas necesidades de la población y que no estén sujetos a los vaivenes de los márgenes de beneficios de las navieras.

Todos sabemos lo que significa vivir en una isla con un único punto de entrada y salida, tanto para pasajeros como para mercancías. El puerto de la Savina es ese punto que resulta crucial para que los residentes en la isla puedan disfrutar de los mismos derechos que tienen el resto de residentes en las otras islas de nuestras Illes Balears. Ahora bien, algo que resulta tan evidente y que tantas veces se ha reclamado desde Formentera, parece que no tiene la menor importancia para la administración autonómica, ni despierta el menor interés en la totalidad de los grupos políticos que conforman el Parlament Balear.

Hasta 2023 había al menos un diputado o diputada (el elegido por Formentera) que velaba por los intereses de su isla, encargándose de recordarle al Govern el detalle de un decreto pendiente de aprobar desde 2010. Pero desde las elecciones del pasado año quien viene ocupando ese escaño en el Parlament y la responsabilidad de representar los intereses de la isla es el Sr. Córdoba, los residentes en Formentera ya no tienen a nadie que vele por ellos y exija sus derechos, que son los mismos que el resto de ciudadanos de las islas. Al diputado Córdoba lo único que le preocupa como tal, es cobrar todo lo que pueda sin pegar un palo al agua y, eso es ni más ni menos lo que está haciendo, nada.

La gestión política en Formentera está paralizada, nadie es capaz de dar el paso necesario para que la institución insular vuelva a funcionar. La consecuencia directa de tal inactividad la sufren directamente los ciudadanos, que votaron a unos representantes para que gestionaran, pero que sin embargo se han topado con un grupo de políticos ineptos e irrespetuosos con sus ciudadanos, incapaces de hacer el trabajo para el que fueron elegidos.

A día de hoy Formentera no tiene a nadie que les represente en el Parlament; el diputado es un personaje que solo se representa a sí mismo, el Govern Balear tan solo piensa en la posible necesidad del voto de Córdoba para aprobar sus propuestas y la totalidad de grupos parlamentarios de la Cámara Autonómica contemplan el problema como algo que en ningún caso va con ellos. A nadie le interesa realmente el caos que se vive en la isla y, esa política del desinterés que una vez más aparece con el asunto de los horarios de la conexión marítima entre las Pitiusas, es un claro ejemplo de la desconsideración y falta de respeto de las instituciones hacia los residentes de Formentera, quienes hasta las próximas elecciones serán ciudadanos de tercera.