Vista de la ciudad de Ibiza. | Daniel Espinosa

A nadie se le escapa que Ibiza tiene un grave problema de acceso a la vivienda, con pisos de dos habitaciones por 2.000 euros o más y habitaciones en pisos compartidos por 900 o 1.000 euros de alquiler al mes. A esto se le suma que no hay nada para comprar por debajo de los 350.000 o 400.000 euros (siendo optimistas). Históricamente, Ibiza por su condición de isla siempre ha vivido en una especie de burbuja, para lo bueno y para lo malo, y tras la pandemia mundial de coronavirus se ha relanzado esa imagen de lugar ciertamente aislado, idílico y paradisiaco en el que vivir, sobre todo si eres extranjero, tienes dinero y puedes teletrabajar. A esto se suma que en la isla hay muchísimas opciones laborales, lo que aumenta la atracción de quien quiere trabajar de temporada o incluso probar a ganarse el pan todo el año. En su conjunto, todos estos aspectos aumentan la presión sobre el mercado de la vivienda y, por ello, es importante que se vayan tomando medidas valientes que pongan en el centro al residente de todo el año y al que ha nacido en la isla. Esto es lo que ha hecho el Ayuntamiento de Sant Josep anunciando que darán prioridad a aquellas licencias de obra que vayan destinadas a construir edificaciones, ya sean unifamiliares o plurifamiliares, destinadas a la primera vivienda. Queda por ver cómo se desarrollará realmente en la práctica y si será efectiva o no, pero de entrada supone un freno para aquellos que lo único que buscan es especular con la vivienda en la isla. Paso a paso, las administraciones deben ir tomando medidas valientes como ésta que ayuden a frenar el ansia especulador sobre la vivienda.