Turistas en Ibiza. | Alejandro Mellon

Hace unos días se celebro la asamblea anual de los hoteleros de Eivissa y Formentera. La presidenta en funciones del citado sector turístico hizo la habitual valoración de la recién finalizada temporada veraniega. En la citada valoración expuso una serie de datos que resultan realmente trascendentales y que si los cruzamos con los análisis realizados por otros estamentos vinculados directamente al negocio turístico de la isla, resultan realmente clarificadores.

Desde el sector puramente hotelero, se afirma que la temporada 2024 ha sido buena, pero que sin embargo no se han llegado a las cifras de 2023, que resulto ser una temporada de récord en cuanto a la ocupación de los diversos establecimientos hoteleros de las Pitiusas. Se defienden desde el sector, las buenas cifras alcanzadas tanto en ocupación como en beneficios y es por ello que la califican como buena.

Afirman que este año no han notado la saturación que si vivió algún otro año, ya que no han alcanzado el cien por cien de ocupación, ni tan siquiera en los meses álgidos del verano. Al hilo de tal afirmación por parte del sector hotelero, vale la pena hacer un simple contraste de datos, con los que se han ofrecido también desde otros sectores, sin ir más lejos vale la pena mencionar los que periódicamente ha ido haciendo públicos a lo largo del verano, la empresa pública AENA que gestiona nuestro aeropuerto.

Según la empresa gestora de la actividad del transporte aéreo en nuestra isla, se siguen batiendo récords en cuanto al número de visitantes llegados a la isla a través de dichas instalaciones. Como se puede observar fácilmente, los datos de turistas llegados y de visitantes alojados en los hoteles, están muy lejos de ajustarse a la lógica. Si el año 2023 fue de récord en cuanto a la ocupación hotelera y también lo fue en lo que al número de visitantes llegados a través del aeropuerto; la lógica nos dice que aunque este año solo se hubiera mantenido la cifra en cuanto al número de turistas llegados, la ocupación hotelera debería haber sido tan buena como la del año pasado.

Por otro lado cabe resaltar también que la manida saturación en nuestras playas, en las carreteras de la isla y en diversos puntos directamente relacionados con el turismo, se ha mantenido. Tampoco puedo dejar de mencionar el agravamiento de la problemática de vivienda en las islas que se ha producido este verano; siendo consecuencia de ello la aparición de un número cada vez más elevado de asentamientos ilegales en diversos puntos de la isla. Atendiendo a la simple lectura de los datos expuestos, como se suele decir «blanco y en botella». Si cada año llega un número superior de visitantes, pero resulta que no se llega al cien por cien de ocupación en cuanto a las plazas regladas para que se alojen, dónde se han alojado los miles de turistas que llegan y no ocupan alguna de las aproximadamente cien mil plazas turísticas legales. Evidentemente se han alojado, como cada año, en alguna de las decenas de miles de plazas ilegales que se comercializan y que este año han seguido aumentando. Y ello a pesar del incremento de los expedientes sancionadores abiertos y del aumento en cuanto a las sanciones impuestas.

Hasta la fecha, ninguna de las acciones aplicadas con intención de luchar contra la piratería en diversos sectores, ha tenido un efecto real, ni ha mermado en lo más mínimo el interés por mantener el negocio pirata de alquiler turístico, de las miles de viviendas que deberían destinarse a    residentes y trabajadores.

Desde diversos sectores se ha considerado absurda y ridícula la propuesta de utilizar una subida del Impuesto de Turismo Sostenible, como supuesto instrumento que ha de permitir regular los flujos de turismo a lo largo de los meses de verano. Por una vez los partidos de oposición al Govern Balear, las asociaciones de hoteleros y la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares, han coincidido en las críticas al anuncio realizado en este sentido por la Presidenta Marga Prohens.

Se trata de una medida que suponiendo que condicionara a alguien a la hora de decidir sus próximas vacaciones, solo podría afectar a todos aquellos turistas que se alojan en las plazas regladas existentes. En    ningún caso afectará a los miles y miles que se seguirán alojando en las viviendas turísticas ilegales, ya que hay que recordar que el impuesto en cuestión se cobra en los alojamientos legales.

Con una sencilla reflexión se podría deducir que una medida como esta, puede fácilmente acabar provocando lo que se conoce como efecto llamada, ya que dejaría muy claro que de lo que se trata es de castigar precisamente al que cumple con la normativa y se aloja en establecimientos reglados, fomentando con ello los ilegales. No nos engañemos, la saturación solo se reducirá combatiendo la piratería. Y por cierto, ¿para cuándo el cumplimiento de la promesa de precintar pisos turísticos ilegales? Se aseguró que este verano ya se podrían precintar, pero de momento ni uno.