Xicu des Moliner con su 'llaüt' 'Cristina. | Jaume Escandell

Apodérense de él tinieblas y densa oscuridad, pósese sobre él una nube, llénelo de terror la negrura del día», Job 3:5. Formentera tiene la capacidad de ofrecer su cara más hostil con una climatología adversa en sintonía con la convulsa situación política que atraviesa la isla, pero también es capaz de ser el faro que da esperanzas al marinero perdido. Su singular turquesa se tornó en un gris agresivo en esa fatídica mañana del 14 de agosto. Un temporal con una intensidad, horario y dirección inesperados barrieron el mar y dejaron una estampa llena de barcos varados. La imagen se tornó más terrífica al faltar una embarcación: el Cristina de Xicu des Moliner. Tras siete horas de angustia aferrado al último elemento flotante de su llaüt, la amistad y el coraje devolvieron a la vida al experimentado pescador. La heroica intervención de sus amigos y Salvamento Marítimo nos llenaron de alegría, mientras algún terco urbanita se atrevía a opinar en redes sociales sobre lo que debía hacer un lobo de mar con décadas de experiencia en sus manos. Xicu conoce el mar de Formentera mejor de lo que algún ignorante atrevido conoce su piso en la ciudad. Tras un mes en el abismo, la discreta solidaridad le ha devuelto a Xicu su barco y a nosotros la esperanza. El espíritu de la amistad se ha desplegado con todo su esplendor y ha devuelto el Cristina de las profundidades a su escalera, como si nada hubiera sucedido. Pequeña, pero unida, combativa y solidaria, Formentera nos regala la anécdota de la temporada. El brillo en los ojos y la humildad de Xicu dicen mucho más de lo que él es capaz de expresar. Esta lección de sus amigos anidará en su corazón y en su recuerdo. Los esfuerzos para reflotar el Cristina son olas de esperanza en un mar de cambios.