Hace tiempo que se terminaron las explicaciones lógicas y racionales para describir la situación política en el Consell de Formentera. Ha pasado de todo, surrealismo en estado puro, pero no habíamos llegado al punto de constatar sonidos extraños y cacofonías. Voces que sólo oye el protagonista de la historia más estrambótica jamás imaginada. Que si los consellers de Sa Unió van a regresar al equipo de gobierno, porque lo ha oído decir por ahí, porque se oyen comentarios y con eso basta para difundir un comunicado de prensa oficial que al poco salen a desmentir los aludidos, a quienes se acusa de no obedecer las directrices de Palma, ya ven. Todo es una comedia del absurdo más incalificable. En cualquier gobierno democrático, si unos cuantos ministros dimiten, eso obliga al presidente a dimitir o, al menos, a presentar una cuestión de confianza. Eso ha sido así toda la vida, hasta que llegó Lorenzo Córdoba, se atornilló al cargo y determinó que él de ahí no se mueve bajo ninguna circunstancia, ya reviente todo. Y así estamos. Otro instrumento legal sería la moción de censura, pero como los partidos de la isla no son capaces de ponerse de acuerdo en quién debería sustituir al presidente, porque la silla es la silla, pues seguimos atascados. Pero si prospera la modificación de la Ley de Consells y el reglamento orgánico, cosa que está por ver, pues Córdoba debería presentar una cuestión de confianza que perdería ya que no tiene el apoyo de nadie en el pleno. Lo más lamentable es que haya que llegar a una situación como esta para que el mariscal, que se hartó de decir que se iría cuando viese que el problema era él, abandone la presidencia de la institución. ¿No se da cuenta de la que tiene liada? ¿Le compensa este enroque irracional que tiene paralizado el Consell de Formentera? Que les pregunte a las voces, a ver qué dicen.