Alfonso Rodríguez Badal.

La ciudadanía se halla muy preocupada ante la desaparición del delegado del Gobierno en Baleares, Alfonso Rodríguez Badal. Resulta perturbador que el máximo representante del Ejecutivo de Pedro Sánchez en el archipiélago, se haya esfumado como por arte de magia, a pesar de la cantidad de problemas que requieren de la atención del antiguo gobernador civil. Es posible que se haya tomado vacaciones y no lo sepamos, pero sería raro porque en temporada alta, en Baleares la mayoría trabaja. A buen seguro que esa lección ya la aprendió durante los ocho años que fue alcalde de Calvià, donde no creo que se tomara muchos días libres en pleno verano. Existe la posibilidad de que, a la vista de la inacción del Gobierno central y de su manifiesta incapacidad para resolver el menor problema, y ni presentar unos presupuestos generales del Estado siquiera, como es su obligación, haya decidido volverse invisible, como confirmación de que tampoco él puede hacer nada, excepto tuitear mensajes de alabanza a Pedro Sánchez y su cohorte de ministros. Pero se da la circunstancia de que hay graves problemas que requieren de su atención y aún más de su acción. Hace falta liderazgo claro y que la población perciba, aunque sea falsamente, que hay alguien al mando. Quizás es que no le parezca suficientemente grave la crisis migratoria y la llegada de pateras a Baleares, que amenaza con colapsar los servicios de acogida. Así lo manifiestan las autoridades de las Pitiusas y, al menos por postureo, no estaría de más que fingiera despertar del letargo en el que lleva criogenizado desde que asumió el cargo en diciembre del año pasado. Por suerte, el próximo jueves la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, se trasladará a Palma y allí tendremos oportunidad de comprobar si Rodríguez Badal sigue en su puesto o ha desertado presa del pánico, que todo puede ser.