Todos recordarán al conocido grupo de pop nacional Mecano, integrado por la cantante Ana Torroja y los hermanos Nacho y José María Cano. Sus canciones, que alcanzaron multitud de números uno, son auténticos himnos inmortales que todavía resuenan en el imaginario colectivo a pesar del tiempo transcurrido. Quien no se ha lanzado alguna vez a entonar temas como Hawaii-Bombay, Maquillaje, La fuerza del destino, Ay qué pesado, Mujer contra mujer, Me cuesta tanto olvidarte, Hijo de la luna, Cruz de navajas, El 7 de septiembre, Una rosa es una rosa, Perdido en mi habitación o el temazo Hoy no me puedo levantar, que da nombre al musical sobre las canciones de este mítico grupo musical patrio. Venga, no disimulen que ya las están tarareando. Su disolución fue tal shock para los adolescentes que todavía muchos no han conseguido recuperarse, tan solo comparable con el fin de Hombres G, un auténtico drama nacional, además de una terrible pérdida para las tiendas de lencería. Pero si alguna de sus canciones resulta especialmente pegadiza, y viene ahora que ni al pelo, es la de Me colé en una fiesta, una de esas como la que cada año, por estas fechas, tiene lugar en el Palacio de Marivent de nuestra isla vecina.
Ya van tres años consecutivos que sus Majestades los Reyes de España, acompañados en esta ocasión por Doña Sofía, se reúnen con las autoridades y representantes de los distintos sectores de la sociedad civil balear en el palacio de Marivent, localización que ha venido a sustituir al Palacio Real de la Almudaina. Allí se dieron cita este año, entre otros seiscientos invitados, la Presidenta del Congreso de los Diputados, la Presidenta de las Islas Baleares, el Presidente del Parlamento Balear, el Delegado del Gobierno, así como los alcaldes de distintos municipios y presidentes de los Consells Insulares, junto a representantes del mundo de la moda, el deporte o los medios de comunicación, entre otros. Tras el tradicional besamanos tuvo lugar un ágape en sus jardines, siempre servido por algún chef de postín, como no podía ser de otra manera. De entre los invitados al evento destaca, además del Presidente del Tribunal Constitucional, el siempre cuestionado Cándido Conde-Pumpido, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares, Carlos Gómez, excepcional profesional y mejor persona. Mientras que el primero no forma parte del Poder Judicial, al no integrar el Tribunal Constitucional la jurisdicción ordinaria, el segundo, conforme a lo previsto por el artículo 161 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, representa al Poder Judicial en la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, por lo que su presencia en el acto, en tanto que máxima autoridad judicial del territorio autonómico, se encuentra sobradamente justificada.
Pero resulta curioso que, tratándose de una recepción ofrecida por Su Majestad el Rey para autoridades y representantes de instituciones baleares, no se caiga en la cuenta de tener el pequeño detalle de invitar a tal evento a quienes, de todo el mundo mundial, trabajan exclusivamente en su nombre administrando justicia en nuestro país. Conforme prevé el artículo 117.1 de nuestra Carta Magna, «La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del Poder Judicial», lo que se reitera en el artículo 1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. En todo el texto constitucional no podrán encontrar atribución similar alguna a otros cargos o representantes públicos. Pueden comprobarlo. Vamos, que cuando resolvemos un procedimiento judicial mediante la correspondiente sentencia, la dictamos en su nombre, como así se indica en su propio texto, casi nada. No en vano, es el Rey quien preside cada año el acto solemne de apertura del año judicial, ataviado con su preceptiva toga y portando el gran collar de la Justicia.
Posiblemente pudiera llegar a considerarse excesivo invitar a todos los Jueces y Magistrados que ejercen la jurisdicción en nombre del Rey en el territorio balear, que debe rondar la centena. Pero tal vez no sería mala idea o sugerencia que el responsable de protocolo de la Casa Real tuviera a bien pensarse si remitir la misma al menos a quienes representan a ese relevante colectivo. Pues mientras el Presidente del Tribunal Superior de Justicia representa al Poder Judicial en la comunidad autónoma, el artículo 169 de la Ley Orgánica del Poder Judicial atribuye a los Jueces Decanos la representación ante los poderes públicos de todos los Jueces y Magistrados que ejercen la jurisdicción en su partido judicial, debiendo recordar que, en todo el territorio balear, tan solo existen seis partidos judiciales (Palma, Inca, Manacor, Mahón, Ciudadela e Ibiza y Formentera). Vamos, que digo yo que seis, representando a todos los jueces y magistrados baleares, no les va a hacer un roto teniendo en cuenta que eran seiscientos los invitados de todos los ámbitos que se dieron cita este año.
Y es que, con la que está cayendo, no estaría de más que nos echara un capote, precisamente, la persona en nombre de la que trabajamos diaria y arduamente. No es que se tratara de una declaración expresa e institucional de protección. No pedimos tanto, Dios nos libre. Pero sí de un gesto muy significativo de cara a la galería y, en particular, frente a determinados ámbitos de poder que han centrado sus iras en los tan cuestionados hombres de negro. El detalle no es baladí, porque lo que está sucediendo en los últimos tiempos excede de lo asumible en una democracia plena, donde es exigible el respeto a la independencia judicial y a la actuación de los jueces. Cierto es que las resoluciones judiciales están sujetas a crítica y que la libertad de expresión es necesaria y enriquece el debate de la ciudadanía y su formación en valores democráticos. Pero nuestro ordenamiento jurídico ya dispone de los mecanismos necesarios para cuestionar las decisiones judiciales como para recibir ataques injustificados y críticas desmedidas desde todos los ámbitos y sin respuesta firme o protección alguna por quien es su máximo exponente. Véase lo de los compañeros García-Castellón, Marchena, Llarena, Lamela, Aguirre o, últimamente, Peinado. Solo esperábamos que Su Majestad, cumpliendo con su papel constitucional, tuviera un pequeño guiño o detalle en defensa y amparo de la independencia judicial, algo así como sí se tiene, por el contrario, con algunos diseñadores de moda Adlib, que hacen, gracias a esto, su particular agosto. Pero, visto lo visto, y en tanto que no somos bienvenidos, habrá que hacer, como en la canción de Mecano: «ahí me colé y en su fiesta me planté, Coca-cola para todos y algo de comer. Mucha niña mona, pero ninguna sola. Luces de colores, lo pasaré bien»…