Váyanse todos. | Pixabay

En general, la política es algo que hace años que dejó de quitarme el sueño. Sin embargo, tengo claro que no se debe pasar de ella porque es la que regula buena parte de nuestras vidas. Por la famosa desafección han entrado en la política algunos de los elementos más chungos de nuestra sociedad: los trepas. Y el Consell de Formentera es un buen ejemplo de lo que digo.

Como pasamos de la política, un narcisista como Llorenç Córdoba se ha atrincherado en el Consell y de ahí no lo van a sacar ni montando un Puerto Hurraco isleño. Y, como pasamos de la política, Sa Unió no tiene, que yo sepa, ni el más mínimo respaldo popular para liarla parda cada día a las puertas de la institución, que es lo que merece el presidente.

Pasar de la política tiene también como consecuencia que alguien tan insufrible como Alejandra Ferrer sea la líder de una formación, GxF, que bien podría llamarse Gent per la Cadira. La treta de la moción de censura ha dejado al descubierto su pretensión de convertirse en presidenta por la puerta de atrás, con la siempre sorprendente colaboración de los socialistas isleños, que parecen más sus mascotas que otra cosa. Ferrer es la versión femenina de Córdoba en eso de la falta de dignidad política. Y me temo que, como a él, el Consell le importa lo mismo que el tan manoseado mandat del poble. Cero.

Después de ver el terrible pleno celebrado ayer en Formentera, lo mejor es que cojan todos el portante y se vayan a sus casas. Cada partido tiene en sus listas gente más que suficiente para empezar de cero. Al menos, no se correrá el riesgo de que la cosa llegue a las manos. Un riesgo que cada vez parece más probable.