El pasado domingo tuvieron lugar las elecciones autonómicas en Cataluña; como siempre y dentro del plazo marcado por la ley para ello, fueron publicándose durante la precampaña y campaña electoral, las consabidas encuestas sobre cuál podía ser el resultado. En esta ocasión la práctica totalidad de las encuestas publicadas pronosticaban un mismo ganador, el PSC.
Como es por todos conocido, efectivamente los socialistas catalanes se alzaron con la victoria, mejorando incluso su resultado en los anteriores comicios en los que también resultaron vencedores. Ahora bien, en el día de hoy lo que me parece digno de analizar, es cual ha sido la reacción del cabeza de lista de la formación política que salió peor parada de dicha contienda electoral, ERC.

Los sondeos publicados los días previos al domingo de elecciones, ya auguraban una bajada de la representación de Esquerra en el Parlament de Cataluña, pero lo cierto es que el resultado final fue tan desastroso para la formación independentista, que ni ellos mismos lo vieron venir. Pero no es su debacle electoral lo que quiero sirva de análisis en este artículo. Lo que realmente vale la pena comentar y analizar, es la rápida decisión del cabeza de lista de la formación y hasta ahora President catalán.
De forma casi inmediata ha decidido asumir la responsabilidad máxima del mal resultado cosechado por su formación y en consecuencia, ha tomado la decisión de no recoger su acta de diputado y apartarse del primer plano de la política, a fin de facilitar cuanto antes el relevo al frente de su partido. Ahora mismo y por ello, se ha abierto un encendido debate interno en su formación política que deberá resolverse en un inminente congreso en el último trimestre del presente año.
Y posiblemente algunos lectores podrán preguntarse si una decisión como esta es lo suficientemente destacable para merecer un análisis público de la misma. Debo decir que precisamente en nuestras Illes Balears en su conjunto y en las Pitiusas en particular, una noticia como esta que podría parecer intrascendente, cobra una espacial relevancia.

Basta recordar lo sucedido aquí hace un año prácticamente. En nuestras elecciones municipales, insulares y autonómicas, la victoria de la derecha fue realmente aplastante, adjudicándose la victoria el PP en la gran mayoría de las instituciones de nuestras islas. Los socialistas, que se encontraban al frente de buena parte de las instituciones públicas, perdieron el Govern Balear, el Consell de Mallorca, el Consell de Menorca, Palma la capital de la Comunidad Autónoma y, en el caso concreto de nuestras islas Pitiusas, acabaron en la oposición en los Consells de Eivissa y de Formentera y en todos y cada uno de los ayuntamientos de ambas islas.

El Partido Socialista de nuestras islas vivió una tremenda debacle en esa pasada jornada electoral, pero contrariamente a lo ocurrido hace unos días en Catalunya, aquí nadie, absolutamente nadie en la dirección del partido, ni los cabezas de lista que fueron vapuleados políticamente, hizo la menor reflexión de esos desastrosos resultados, ni se pudo escuchar el menor gesto de autocritica por su parte.
A día de hoy, ningún dirigente socialista ha asumido el mínimo grado de responsabilidad en esa triste derrota. Todos decidieron mirar hacia otro lado y seguir ocupando sus puestos como líderes de la oposición en todas las instituciones. Bueno no todos, la que fuera Presidenta del Govern y cabeza de lista para renovar el cargo, al ser derrotada decidió encabezar la lista del partido para las elecciones generales y emprender un camino distinto y alejado de las islas que había gobernado. Actualmente desarrolla su labor política en Madrid.

Ella tiene su importante cargo en Madrid y no participa para nada del día a día de Baleares y sus problemas. Se fue, pero no dejó su cargo de Secretaria General del partido, por lo que el mismo a día de hoy, no cuenta con un líder fuerte y solido que pueda plantar cara a la derecha. En el caso de Eivissa y Formentera, tres cuartos de lo mismo; nadie ha asumido responsabilidad alguna, han tirado balones fuera y nada más.

Aquí los dirigentes del Partido Socialista y cabezas de lista en las elecciones, responsables orgánicos del mismo y portavoces del partido en las diversas instituciones actualmente, siguen tranquilamente en sus puestos, sin haber reconocido en ningún momento haber sido los receptores del mayor voto de castigo recibido hasta la fecha.
Lo que resulta más triste, es que ninguno de ellos sepa o quiera reconocer todo el daño que se le está haciendo al Partido Socialista de cara al futuro. La oposición que se hace es insustancial, sin fuerza ni carácter y no permite mirar al futuro con la esperanza de recuperar todo lo perdido. Se imponen cambios radicales; dirigentes que no estén quemados y capaces de abanderar propuestas con fuerza. La imagen del fracaso, no puede abanderar ninguna esperanza de futuro, ni sirve para recuperar lo perdido.