Todos los grupos políticos de Formentera han pedido formalmente la dimisión de Llorenç Córdoba. La mecha de la indignación ha sido la postura del presidente de la institución al no llevar a la Junta de Gobierno la propuesta de la mesa de contratación insular de adjudicación de siete quioscos de playa. Pese a solo tener su propio voto, Córdoba ha dejado claro que no piensa sacar adelante la propuesta de adjudicación de la mesa de contratación.

Realmente cuesta entender los motivos por los cuales Sa Unió, PSOE y Gent per Formentera no se han sentado en serio para pactar la moción de censura y desalojar de la presidencia a Córdoba. A estas alturas ya da igual quién gobierne la institución porque parece evidente que tampoco en Sa Unió van muy sobrados de dirigentes de talla para asumir la presidencia, tal y como se ha demostrado en cómo
han gestionado la crisis. Especialmente desastrosa ha sido la actuación de Alcaraz, quien hace tiempo que tendría que haber dimitido y que sigue en el cargo gracias a algunos contactos que aún le quedan en Palma.

Tampoco se comprende la postura de Ramírez y de Ferrer al ponerse de perfil cuando estalló toda la crisis. Ya no se trata de un tema de siglas sino de respetar a los ciudadanos. Porque hace tiempo que se
perdió la dignidad política en la Pitiusa menor y convendría que los que aún creen que la política es para servir a los ciudadanos hagan lo que toca para no perder toda la legislatura en trifulcas innecesarias y vergonzosas.

Recuerdo que cuando empezó la crisis de Formentera Llorenç Córdoba acudió a Radio Illa y dejó claro que él no dimitiría por el simple hecho de que lo pidiese Periódico de Ibiza y Formentera. Lleva tiempo obsesionado Córdoba con este periódico, que se adelantó a todos a la hora de adivinar los motivos reales por los cuales el todavía presidente amenazó con dejar de apoyar a Prohens. Fue memorable cuando dijo que él en realidad había reclamado soluciones a los deslindes, una postura tan valiente que hasta le supuso la creación de un club de fans. Pero hay que reconocer que Córdoba tiene razón: no debe dimitir porque lo pida este periódico sino por no tener apoyos (ni uno solo ya) y por seguir en el cargo por puro interés económico. Todo lo demás le importa un pimiento.
Llegados a este punto habría que empezar a malpensar incluso por los motivos reales por los cuales se amplía la adjudicación de los quioscos de playa. Lo que ocurre en Formentera da para imaginar cosas raras porque todo lo que ha pasado hasta ahora supera todos los límites de la decencia política. ¿De verdad que cuando algunos de los dirigentes políticos salen a la calle no les da vergüenza encontrarse de cara con los ciudadanos? ¿Para cuándo una manifestación como la que hubo hace dos años con el concurso de las playas? Hay motivos de sobras para salir a la calle en Formentera. O quizás a nadie le importa lo que está ocurriendo en el Consell incluso muchos se sienten cómodos con el actual caos político. Ya no sé qué pensar.