Club Náutico de Ibiza. | Irene Arango

La histórica entidad Club Náutico Ibiza (CNI), arraigada en la isla durante casi un siglo, afronta a partir de ahora su principal desafío, mucho mayor que los sucesivos concursos de la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) para mantener la concesión del puerto de Vila que ha disfrutado desde 1925: mantenerse con vida. La elección de la empresa Puertos y Litorales Sostenibles como la oferta más ventajosa, en detrimento del CNI, de sus fines no lucrativos, de la náutica deportiva y de su profundo arraigo histórico y social, es un durísimo varapalo. La sociedad ibicenca lo considerará un ultraje de consecuencias impredecibles para los responsables últimos del desahucio de una entidad centenaria que ya es emblema del patrimonio local y de la identidad cultural de los ibicencos, aunque sea a título póstumo. La APB ha desestimado las alegaciones del CNI para excluir del concurso a su competidora por la condena de su representante, al considerar que no sería legal. A estas alturas y tras lo vivido en los últimos años, no se puede exigir a nadie heroicidades que podrían conducir a sus autores al mismo calvario judicial que todavía sufre el expresidente de la APB, Juan Gual de Torrella. La decisión del Consejo de Administración de la APB de otorgar el concurso a una empresa, contraviene el sentir mayoritario de la población ibicenca, que ha expresado reiteradamente su apoyo al CNI. Pero las concesiones portuarias no se deciden por votación popular ni por voluntad política, sino por concurso público. Ahora toca sobrevivir. No será fácil, pero lo lograrán porque una entidad con el vigor social y la fuerza del CNI, no se va a pique tan fácilmente. Habrá que luchar y vencer por méritos propios. Los regatistas del CNI saben que las competiciones se ganan siendo los mejores en el campo de regatas, no en los despachos.