La presidenta del Congreso, Francina Armengol, durante una rueda de prensa. | Europa Press - Eduardo Parra
Un gintonic matutino hubiera ayudado. Las explicaciones de la indignadísima Francina, tras semanas de silencio clamoroso, no aclaran nada; han quedado en simple justificación por lo mucho que trabajaba y lo mal que se pasaba en una pandemia que, a río revuelto ha sido clara plandemia criminal de unos cacos de altos vuelos de la órbita falcon, en una loa a la dignidad de su cargo público y su carrera política, ejem, ejem, en una maniobra de diversión para echar la culpa de todo al PP y, por supuesto, en que se niega a dimitir, faltaría más. Luego esquivó el bulto en las cinco preguntas que permitió a los periodistas. Tendrá que dar más explicaciones y tendrá que dimitir, pero que no lo haga a palo seco, que eso es durísimo.
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