El exministro de Transportes y diputado del PSOE, José Luis Ábalos, durante una rueda de prensa, en el Congreso de los Diputados, a 27 de febrero de 2024, en Madrid. | Europa Press - Eduardo Parra

No hay legislatura en la que no descubramos ciertos personajes que habitan en la política, aparentemente gente normal y comprometida con los asuntos públicos que, en un momento dado, sin que se aprecie razón alguna, o al menos que se sepa, deciden revelarse como indignos del puesto que ocupan, a veces como autoridades con poder en las instituciones, otras como simples representantes ciudadanos en las asambleas, parlamentos o plenarios de las distintas administraciones públicas. No hay forma de evitar que aparezcan estos elementos que parecían respetables, serios y responsables; pero llegado el momento, deciden dar el paso, tomar protagonismo, sorprendernos y presentarse como personas sin principios, sin palabra y sin otra motivación que su propio beneficio y conveniencia. Naturalmente, no hablan claro y no dicen sinceramente, sin tapujos ni engaños, las verdaderas razones que les mueven a apartarse de sus partidos políticos, gracias a los cuales lograron el puesto que ostentan. Al contrario, defienden con bastante descaro que es el partido quien se ha apartado de su compromiso con los electores y que ellos, que son gente honesta y con principios, que velan por el interés general y que no soportan los atropellos ni las mentiras, se ven en la obligación de denunciar la situación, apartarse de su formación, pero mantener el escaño o la poltrona concreta que les tocó en suerte. En estos días donde la actualidad política se ve sacudida por escándalos que a todos nos parecen intolerables, personajes como Llorenç Córdoba en el Consell de Formentera, José Luis Ábalos en el Congreso de los Diputados, o unas semanas antes, cinco diputados autonómicos de Vox, se nos han revelado como políticos completamente impresentables, que no conocen el significado de la palabra dignidad y que tampoco les avergüenza demostrar claramente el tipo de personas que en realidad son. No les pesa dar escándalo porque todo les da igual.