Me gusta la canción con la que España va a competir en Eurovisión. No nos vamos a comer un rosco pero es un temazo. Y es que la letra tiene miga. Demasiada. Entiendo que haya gente a la que le parezca una obscenidad o una vulgaridad o una grosería. Pero creo que a las que hemos pasado por eso de que nos llamen «zorras» gratuitamente unos y otros, unas y otras, estamos encantadas.
«¿A quién le habrás comido la polla para tener ese puesto?». «Gise, no está bien que te quedes de fiesta hasta que se hace de día, no puedes empeñarte en ir contra las normas porque, al final, hablan mal de ti». «¡Qué lista! Custodia compartida para estar por ahí de fiesta en lugar de cuidando a tus hijos. Luego os quejáis». «¿Medio puertorriqueña? Ah, entonces serás muy caliente porque las caribeñas ya se sabe». Son solo algunas frases, una pequeñísima muestra, de lo que he escuchado a lo largo de mi vida por ser como soy, por ser quien soy, por querer ser. Un día te das cuenta de que a esos que te quieren marcar el paso no los necesitas para nada y, entonces, como dice la canción, quieres salir a la calle a gritar a los cuatro vientos que, si les pareces una zorra, perfecto. Serás la mejor zorra.
Y no, oigan, esto no es una cosa feminista ni va contra los hombres por el mero hecho de ser hombres. Las peores críticas, las más dolorosas, yo las he recibido siempre por parte de otras mujeres. Y estoy segura de que muchas de las que me están leyendo han sufrido exactamente lo mismo que yo. Queridas, seamos todas zorras de postal. Total, la decadencia ya está aquí, así que disfrutemos y que les den.
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