Vox, tercera fuerza política en el Parlament de Balears, saltó por los aires, dinamitada de forma inexplicable por sus propios representantes en el Parlament. No hace ni dos semanas que el secretario general de la formación, Ignacio Garriga, compareció flanqueado por Idoia Ribas a su derecha y la ibicenca Patricia de las Heras a su izquierda, presumiendo de que los presupuestos de la Comunidad Autónoma para este 2024 «llevan la marca indudable de nuestra formación». No dijo que se trata de la formación más inestable que una caja de trinitrotolueno (TNT). Garriga negó que hubiese ninguna crisis interna o división en Vox Baleares. Mentía. No quiso reunirse con los integrantes del Grupo Parlamentario, demostrada querencia a ir por libre, y sólo lo hizo con los dos diputados fieles a la dirección nacional, lo que no hizo más que agudizar la guerra en el seno del grupo. Ayer implosionó cuando Idoia Ribas, Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María Jose Verdú y Agustín Buades acordaron expulsar a Patricia de las Heras, presidenta del partido en Baleares, y al presidente del Parlament, Gabriel Le Senne. Nada menos. Bonito regalo le han hecho a Santiago Abascal por su reelección como presidente nacional. Garriga explicó que daba parte al Comité de Garantías para que los cinco díscolos sean expulsados. Así, Vox sólo contará con dos de los ocho diputados con que comenzó esta trepidante legislatura. En octubre ya dejó el barco el diputado por Menorca, Xisco Cardona, pero quedándose en su escaño. Y ahí están los cinco irreductibles, que harán lo mismo que Cardona y se quedarán en los escaños de los votantes de Vox. Cinco tránsfugas a quienes el Govern del PP necesita porque sólo tiene 25. Vamos de mal en peor porque, además, Prohens no puede convocar elecciones anticipadas hasta el cuatro de abril. Suerte que las Pitiusas están libres de esta tropa ingobernable.
Opinión
Cinco rebeldes sin partido
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