Los dirigentes portmanyís confiesan desear más turistas del norte de España y desde Fitur informan que visitantes gallegos y vascos han aumentado. Sería magnífico que entre ellos viniera alguna María Pita o un Blas de Lezo, bravísimos que pusieron firmes a los piratas de la pérfida Albión. Como no los llevan al cine, sus hazañas nunca se estudiaron demasiado en la dulce siesta española; y supongo que ahora menos, pues manda en el ministerio de incultura una especie de cefalópodo comunista con ventosas woke llamado Ernest Urtasun. Pues entérese el ministro que tanto Pita como Lezo serían magníficos para descolonizar de bárbaros invasores a San Antonio, la mejor zona geográfica de Baleares.
Y qué decir del flamante anuncio acerca del parador parado. Nos aseguran que la grúa que lleva lustros decorando pronto se quitará y que el parador abrirá sus puertas este año. Ejem, ejem, ante los buenos propósitos de una obra inacabada y anunciada año tras año, un proyecto que ha cambiado el perfil de Dalt Vila y cuya construcción lleva visos de durar más que la pirámide de Keops, somos algo escépticos.
Desde San Juan nos dicen que son el secreto mejor guardado de Ibiza. Bueno, pues por su propio bien que sigan así.
Esto de las promociones turísticas para una isla conocida urbi et orbi, donde «ya no cabe una cama más» (Abel Matutes dixit antes de Ushuaïa), y que tiene que atreverse a limitar vehículos, nos lleva a pensar en Fitur como Juan Carlos Rodríguez Tur en su columna de ayer, ante todo una feria de vanidades políticas, unas vacaciones pagadas por el contribuyente en el muy divertido y liberal Madrid de Ayuso.
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