Porroig se ha corrido a gusto. Ahora nos dicen que los especialistas proyectan informes técnicos para estabilizar su acantilado. ¿Alguna vez hubo informes técnicos que avalaran su desordenada construcción?
Es curioso comprobar cómo, de tanto en tanto, las casas más caras de la isla se corren hacía el mar desde Porroig a cala Llentrisca pasando por Es Cubells. Cuestión de particular orografía conocida de toda la vida por los indígenas, que evitan tales zonas durante las tormentas; también por algunos forasters, al menos desde los tiempos en que la bella Ursula Andress lloraba por ver su casa irse por la pendiente.
La especulación construye castillos en arenas movedizas y donde sea, también en el aire. Y siempre hay compradores prestos a pagar lo que sea en una zona de gran belleza y forrado vecindario. Cierto que hay técnicas muy avanzadas a la hora de erigir muros de contención, pero estas son caras, los constructores acostumbran a ser tacaños, y la naturaleza siempre acaba por imponerse.
Los propietarios de las aplastadas casetas de pescadores en la orilla (valga el eufemismo, pues en muchos casos las casetas han cambiado de manos y sus nuevos propietarios no han salido a pescar en su vida más allá de la corriente bursátil), deben estar echando humo. A no ser que sean los mismos de las casas corridas, claro está, y piensen por lo bajini que pueda existir una relación directa entre construcción y desprendimientos.
Afortunadamente no ha habido víctimas. Entre el mal tiempo y las crecientes dificultades para acceder a su coqueta bahía, en Porroig no había un alma tomando el sol en cueros mientras la tierra y el porche de algunas casas se corrían encima.
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