Esto de viajar en avión comercial resulta cada vez más engorroso. Con la excusa de la seguridad, las normativas para traspasar los controles son directamente de penal salvadoreño. Y a la hora del estriptis de rigor no solo tienes que aguantar las vistas obscenas de los turistas que aspiran a ser cuerpos celestes, los aromas a cabrales, rochefort o gruyere de los pies descalzos, el latigazo de algún cinturón al aire, etcétera, sino que también te arriesgas a que algún caco vocacional te birle el peluco.
Opinión
Guirigay de seguridad
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