Este verano, los agricultores de Ibiza han tenido un exceso tanto de tomates como de sandías. Para que no se desperdicien, desde Ibiza Produce, un proyecto de la fundación IbizaPreservation, hemos organizado en colaboración con la chef Erika Tangari una serie de talleres para inspirar a la comunidad local a aprovechar al máximo estos productos, mediante técnicas de conservación, fermentación y congelación o elaborando curados y encurtidos, evitando así que estos alimentos acaben en la basura.

Es importante recordar que la producción de cualquier alimento conlleva un costo ambiental inherente, exigiendo energía y agua, aportando emisiones de carbono a la atmósfera y poniendo bajo una presión significativa tanto nuestras tierras como nuestros ecosistemas.

Pero, pese a que nuestro sistema de consumo actual enfoque estos costos como algo inherente, esta situación es bastante nueva. De hecho, si nos remontamos a la época de nuestros antepasados, los cazadores-recolectores, podemos apreciar el enorme respeto que éstos tenían tanto hacia los animales como hacia las plantas, ya que ninguna parte del animal se malgastaba.

Sin embargo, pese a que el conocimiento sobre el ecosistema es mucho mayor que entonces, hoy en día actuamos como si los recursos del planeta fueran infinitos. Aquí en España, en 2022 desperdiciamos 1.201,92 millones de kilogramos de comida, según datos oficiales. Esta cifra equivale a 67 kg por hogar.

Pero, con un simple cambio de hábitos, podemos revertir esta tendencia. ¿Cómo? En primer lugar, aprendiendo las lecciones del pasado, cuando nuestros antepasados aprovechaban la carne al cien por cien. Preparar platos con todas las partes de un animal, como la médula ósea, el hígado, las patas de pollo, o el rabo de toro, significa menos desperdicio y mejores resultados para la salud, ya que todas estas partes solucionan casi todas de las necesidades nutricionales del ser humano.

Para muchas personas, combatir el desperdicio de alimentos puede parecer una tarea abrumadora que es mejor dejar en manos de los gobiernos y las instituciones. Sin embargo, el proceso comienza con nosotros y nosotras mismas en la cocina. Solo hace falta poner un poco más de imaginación y creatividad, y así nos aseguraremos de honrar no solo a nuestros antepasados sino también a nuestro cuerpo, a los animales y a nuestro planeta.