Desde su nacimiento hasta ahora, IB3, el ente público de la radio y la televisión de Baleares, nos lleva costado mil millones de euros. Es lógico que con tanto dinero, la calidad de vida de los ciudadanos de las islas haya cambiado radicalmente. Hay un antes y un después. Nadie puede dudarlo. De hecho, todos tenemos presente el 2006 como el momento de la gran transformación, cuando de verdad empezamos a estar cohesionados. ¡Qué son mil millones si la dicha es grande!
IB3, a mi modesto entender, tiene un pecado original, que ha llevado al ente a estar regulado por cuatro leyes diferentes, y en unas semanas se viene la quinta reforma. Además, durante la etapa de Bauzá funcionó sin ley, lo cual no sé si se debería llamar alegalidad o ilegalidad. Desde que nació no hemos parado de cambiar IB3 en busca de la perfección. ¿Por qué tantas modificaciones? Ahí se esconde el gran error: todas las leyes que se han hecho sobre IB3 han partido de la mala conciencia de pensar que la televisión ha de ser independiente, plural y profesional. Ya me entienden: una televisión que imita a las autonómicas de los años ochenta cuando había mucha preocupación por la pluralidad. No en vano eran «los terceros canales», porque únicamente había dos más, también de control público. Hoy, no. Hoy hay incontables cadenas, de manera que habría que superar esos tabúes del pasado. Y yo les garantizo que así, aunque cambien los gobiernos, nunca más cambiará la ley. Y hasta Vox dejará de defender esa tontería de cerrar el ente público y descohesionarnos.
Una ley de consenso debería establecer que la televisión autonómica de Baleares será de partido. Del partido que haya ganado las elecciones, pero de partido. Lo mismo que todas pero nosotros lo admitimos en la ley. Dirá que para dirigirla no sólo se requerirá ser licenciado sino que hay que ser militante. Basta de ir con vueltas: las cosas claras. Los organismos de control estarán integrados por los designados por el Gobierno, con dietas que agradezcan el esfuerzo de los asistentes a un órgano que no tendrá nada que controlar. Si me apuran, podría haber una minoría de miembros de la oposición, por la dieta.
Y ya está bien de mala conciencia. Ya verán que no se modificarán más las leyes. Que todos quedarán contentos porque, ya que no hemos sido capaces de que la realidad se adapte a la pluralidad que defendían esas leyes caducas, ahora haremos que la ley se adapte a la realidad. Así las productoras, esas que constituyen el eje de la industria audiovisual de Baleares (un cluster, nicho, sinérgico, estratégico, creativo y de futuro) lo celebrarán porque tienen un único cliente y necesitan saber su ideología. Observen ahora mismo en qué brete están que tienen que pedir que Manresa se vaya, cuando han convivido con él durante ocho años.
Basta de conflictos: las cosas claras y nos entendemos todos.
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