Como el peregrino anhelante de iluminación busca Shangri-La entre las nieves eternas de los Himalayas, escalé el Puig de San Miguel y encontré refugio en el oasis de Can Xicu. Allí me recibió la suma sacerdotisa, Tita Planells, que bien podría ser la Salambó que custodia el velo de Tanit: al.lota pitiusa y ninfa púnica, con mirada chispeante y genio de armas tomar, pero también con esa dulzura ibicenca –noble cortesía antigua— que es bálsamo espiritual para el viajero de sangrante corazón.
Opinión
Romance en Can Xicu
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