Francina Armengol, durante un acto del PSOE. | Jaume Morey

Dentro de tres domingos hay elecciones generales. El 23 de julio elegiremos a los diputados y senadores que nos representarán en Madrid por la circunscripción de Baleares en la próxima legislatura. Y si uno atiende a las declaraciones de los líderes políticos autonómicos, la izquierda se ve venir una debacle monumental que puede ser incluso peor de la que ya se vivió en las elecciones autonómicas y locales del día 28 de mayo.

Tras el acuerdo entre PP y Vox para conseguir la abstención de la formación ultraconservadora en el pleno de investidura de Marga Prohens, que mañana arranca en el Parlament balear, los partidos de izquierda han emprendido una deriva muy cuestionable, equiparando a ambas fuerzas en radicalismo y ultraconservadurismo, lo cual es falso.

Se vaticina, aún antes de haber constituido el nuevo Govern, el fin del mundo. Se avecinan todos los males inimaginables, traídos por PP y Vox. PSIB-PSOE, Més per Mallorca, Més per Menorca y Unidas Podemos se turnan para soplar las siete trompetas del Apocalipsis. Los peligros a los que un Govern de Marga Prohens nos aboca inevitablemente, aunque sea gobernando en solitario y sin consellers de Vox, son equiparables a las siete plagas de Egipto, según la oposición parlamentaria, donde, no se olvide, también estará Vox porque los de Santiago Abascal no entrarán en el Govern balear.

LIBRES DE VOX
La En Ibiza y Formentera, lo que sucede en el Parlament suele sonar bastante alejado y, a menudo, carente de interés. De modo que la estrategia de «que viene la extrema derecha con la derecha extrema», bastante ridícula y un tanto infantil, como si los ciudadanos fuesen imbéciles y como si no acabasen de votar con rotundidad un cambio de gobierno autonómico, es muy dudosa.

El simple hecho de que los socialistas ibicencos animen en las redes sociales a pedir una reunión con su candidata al Congreso de los Diputados, Milena Herrera, da idea de la anemia política con la que afrontan una campaña electoral crucial. Y eso sin mencionar que aún cuesta mucho ver a la hasta ayer todopoderosa líder socialista balear, Francina Armengol, rebajada a encabezar una lista al Congreso, en lugar de mantener su escaño en el Parlament para ser la líder de la oposición y controlar que Marga Prohens no abrace los postulados de Vox.

De la candidatura unitaria de la izquierda, encabezada por Juanjo Ferrer y Neus Massanet, y que el pasado viernes celebraron un acto en Playa d'en Bossa, sólo diré una cosa. De todos los partidos que impulsan y apoyan esta candidatura, aún estamos esperando una palabra sobre la detención del alcalde socialista de Sant Josep de sa Talaia, Ángel Luis Guerrero, por supuesta corrupción urbanística. Quizá sea por eso que ahora sólo hablan de derechos y de la ultraderecha, pero ya no hablan de corrupción. Normal.

Me quedaré con las ganas de saber si Juanjo Ferrer le preguntó a Francina Armengol por qué no dimitió tras pedir disculpas por el incidente del Hat Bar en octubre de 2020 en Palma. Dado que, en aquellas fechas, el ahora candidato a senador exigió en Twitter la dimisión de la presidenta del Govern, sería muy interesante conocer si ha cambiado de opinión y por qué. Creo que no habrá forma de saberlo, por lo que lo único que podemos hacer es denunciar la hipocresía de Juanjo Ferrer, su mutabilidad según sople el viento y, en todo caso, la impostura de todos los que componen ese batiburrillo ideológico y político de quienes, casi un mes después, aún no han escrito ni un mísero tuit sobre la operación judicial en Sant Josep.

A la vista de todo lo anterior, como no cambien mucho las cosas, pronostico que el estropicio electoral para la izquierda será aún mayor de lo que fue el 28M. Pronto lo veremos.