Ibiza es un paraíso donde Eva no hubiera mordido aún la manzana y donde el primer ménage à trois, Eva, Adán, serpiente no se hubiera consumado todavía», dijo un poeta muy andaluz y sufí del amor, Antonio Gala, bajo la hoja de parra de la sensual moda Adlib de 1975.
Y para ménages tenemos la política actual, en pleno empacho electoral digno de un banquete del césar travestido Heliogábalo, donde cada vez hay menos dudas sobre quién emplea el rol de Eva, Adán o la serpiente (¡y lo que va a encamarse hasta las erecciones generales de julio! Si necesitáis un almax psicológico para evitar la acidez espiritual, escapad al mar, dar un paseo bucólico por la campiña pitiusa, abrid un libro de poesía).
Pero algo queda diáfano: el hartazgo general de una gente muy vulgar que pretendía reeducarnos en su pesadilla políticamente correcta, y especialmente de su supremo líder, el narciso monclovita que miente como el buey muge.
Parece que todavía no se creen su debacle. Pero si nos estaban enseñando cómo hablar, qué pensar, cómo masturbarnos; subiendo impuestos confiscatorios porque prefieren gastar por nosotros, tutelados mocosos que no podemos siquiera encender un tabaco en la terraza de un bar de propiedad privada. Que nos predicaban con la transparencia mientras modificaban la malversación para blindar a sus corruptos; tan feministas que han soltado a violadores y pederastas a la calle; tan tolerantes que señalan a periodistas no afines e incluso proyectan un nuevo índice de libros prohibidos…
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