Paso un rato en el parque de Pere Francés con mi hija pequeña. El suelo de goma quema, el tobogán abrasa, hasta el banco de madera resulta desagradable. Si en abril estamos así, pienso, en julio aquí no hay quien pare. Siempre puedo llevarla al parque del bulevar Abel Matutes, es verdad. Está cubierto por una lona cochambrosa y hay árboles, esas cosas a las que el Gobierno de Ruiz parece tenerles especial manía.
Opinión
Vila, ciudad sartén
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